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El título del artículo no obedece a un exceso de confianza con Juan Guaidó, personalmente no lo conozco, pero lo que sí intento es llamar la atención de que no ha sido una gira de un Juan cualquiera, sino del Presidente de la República de Venezuela y presidente de la Asamblea Nacional a quien todos los venezolanos debemos respetar y en quien debemos confiar, no solo por la majestad de sus cargos, sino porque se lo ha ganado muy bien por enfrentar una dictadura atípica, con todos los riesgos que ello significa, por ser lo que es, una congregación de terroristas, narcotraficantes y delincuentes internacionales a quienes no podemos enfrentar con las armas convencionales de la diplomacia en democracia. Así lo ha expuesto con valor y sin tapujos en los escenarios que le ha tocado actuar en esta importantísima gira.
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Juan Guaidó, presidente de los venezolanos demócratas y decentes, ha expresado de manera reposada y serena, frente a los más reconocidos líderes mundiales, que los más grandes intereses de la patria y el bienestar de sus ciudadanos son logros de la civilización humanizadora a los que ya no se puede renunciar sin hacer concesiones a la barbarie. Que vivir en libertad exige de todos y cada uno de nosotros un acto consciente de responsabilidad, pero que solos no podemos; que necesitamos el apoyo y colaboración corajuda de la comunidad internacional, porque la lucha es muy desigual y el país se nos hunde en un tremedal vicioso debido al ejercicio de la política vaciada de todo contenido ético.
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La gira del presidente legítimo de Venezuela ha sido sorpresiva para el régimen, pero muy fructífera y oportuna para el país, ya que ha permitido exponer con claridad ante el mundo que la represión totalitaria continúa; que el diálogo y supuestas negociaciones son usados con el fin de oxigenarse por un régimen integrado por terroristas y narcotraficantes dirigidos por cubanos, rusos, iraníes y chinos, con la anuencia de las pandillas que han asaltado el poder en Venezuela; que esta situación afecta al mundo libre, a la estabilidad de Europa, EEUU y la América toda, por lo que es necesario coordinar esfuerzos entre todos para imponer más sanciones individuales a los miembros de estas organizaciones criminales y poder investigar a fondo el flujo de dinero en sus manos producto del mayor saqueo a nación alguna en la historia contemporánea.
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En una ocasión, Arnold Toynbee expresó que “la razón psicológica permanente para aceptar la dictadura es la circunstancia de que esta exime a todos los individuos del tormento de tener que tomar decisiones importantes”. Los organismos internacionales y los países amantes de la democracia y la libertad tienen la obligación moral de demostrar que están dispuestos a combatir y vencer a todas las dictaduras de cualquier signo en el planeta. Para ello tienen que sacudirse los tormentos de falsas ideologías y repudiables conveniencias. La ética y la moral no son relativas. No podemos ser medio demócratas ni amantes de ocasión de la libertad. Creo que la mayoría de los venezolanos somos demócratas a plenitud y por mandato de la conciencia, y creo que Juan Guaidó también lo es.