La guerra de Maduro

 

El país con que sueña el señor Maduro, no le permite entender que no existe un pueblo alegre, realizado y satisfecho. ¿Puede existir peor guerra que aquella que en vez de lanzar bombas y metrallas contra la población, niega los alimentos?

El señor Presidente, en sus repetitivas intervenciones públicas que pudieran interpretarse como la “mentira nuestra de cada día”, nos anuncia sus optimismos por el futuro del país; mientras intencionalmente ignora y silencia al país que sentimos y vivimos los venezolanos. 

El país con que sueña el señor Maduro en su mente calenturienta, y el cual en su gozo mediático expresa, no le permite entender que no existe un pueblo alegre, realizado y satisfecho. En ese andar diario se empeña en señalar las carencias a que hacen referencia los medios democráticos y la comunidad internacional, que reflejan con crueldad la crisis a que nos somete, la cual pareciera no tener pausa y menos un final. 

El sufrimiento del pueblo es general, y especialmente lo sienten los más humildes, que al amanecer de cada nuevo día se lanzan y desplazan a las calles en busca de sus alimentos y medicamentos, llevando en sus bolsillos unos miserables bolívares cuyo poder adquisitivo no les permite comprar lo que necesitan y buscan, en muchos casos porque no se encuentra, y en la mayoría porque sus costos son imposibles de cubrir.

El país que en sus desvaríos ve el señor Maduro, escucha los optimismos presidenciales que contrastan con la realidad, que nos convence que estamos ante la vigencia de una economía de guerra, cuya gestación precisamente no se originó en otras latitudes como lo expresa dentro de su optimismo electoral, cada vez que sale su imagen en las pantallas televisivas, sino que contrariamente la misma nació, se estimuló e impulsó en una gestión de gobierno que ha destrozado el proceso productivo, alimentario, y el desarrollo industrial del país, para darle entrada y cabida a una política de importaciones que ha favorecido las economías de los países que nos venden lo poco que consumimos, y colocado a los venezolanos en la antesala de una hambruna que está afectando seriamente a enfermos, niños, ancianos, madres y jóvenes, siendo los niños por su condición de futuro del país quienes más sufrirán en su desarrollo físico e intelectual, los efectos de lo que pudiéramos calificar como una guerra de exterminio de las futuras generaciones, tal como ocurrió en otros países, y las que por sus secuelas fueron consideradas de exterminio étnico. 

El gobierno del señor Maduro institucionalizó la mendicidad como política gubernamental. ¿Puede existir peor guerra que aquella que en vez de lanzar bombas y metrallas contra la población, niega los alimentos? Esa es la guerra de Maduro.

 

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