La guerra económica de Maduro

Fidel extendió sus tentáculos hacia Venezuela y se dedicó mediante la conspiración, a cultivar una revuelta con el fin de cristalizar lo que había deseado por más de 40 años: manejar y explotar las riquezas minerales o económicas de Venezuela

La guerra “dizque económica” de Maduro tiene su patrón en lo que Guaicaipuro Lameda denominó “receta cruel” que les recomendó Fidel Castro a él y a Giordani, con la anuencia de Hugo Chávez, para ejecutar un proceso de sometimiento al pueblo, con hambre, miseria y terror con el fin de mantener al PSUV en el poder y, para extender la Revolución Bolivariana o el Socialismo del siglo XXI a toda Suramérica “per saecula saeculorum” (para la eternidad). 

Todo obedece a un patrón gestado en Sã o Paulo en el marco de un foro donde se diseñó la estrategia que debía seguirse para cristalizar el sueño del narcisista dañino del “mar de la felicidad”. Este proyecto derivó de la desesperación de Fidel Castro al verse abandonado por la Unión Soviética desde 1989, cuando su socio económico Mijaíl Gorbachov, desvela la crueldad y la inviabilidad del Socialismo que había prevalecido en su país durante 70 años; lo cual denuncia con “la Perestroika” y “glasnost”. El castro-estalinismo, tenía que prevalecer. Fue allí donde Fidel extendió sus tentáculos hacia Venezuela y se dedicó mediante la conspiración, a cultivar una revuelta con el fin de cristalizar lo que había deseado por más de 40 años: manejar y explotar las riquezas minerales o económicas de Venezuela, para enriquecerse y poder mantener su régimen perverso.  

Tal receta la constituían 10 puntos claves, los cuales debían ejecutarse al pie de la letra. Ya antes, estas recomendaciones habían sido expuestas a todos los gobiernos de Venezuela, empezando con el de Rómulo Betancourt, quien, por negarse a ejecutarlas recibió varios atentados, incluso en la propia Cuba, de lo cual hicieron los de PCV y el MIR objeto de mofa por declaraciones hechas por el mismo Rómulo acerca de “que se me quemen las manos si yo he robado al erario nacional”. Chávez al final se retrajo a ejecutarle y lo quitaron del panorama para sustituirlo por un feroz adoctrinado. 

La evidencia de este proceso lo testifican dos cancerberos del régimen quienes tuvieron la infamia de declarar sendas frases: 1) “Vamos a disfrutar de las colas sabrosas” (Jackeline Farías); 2) “Mientras uno más consigue pobreza hay más lealtad a la revolución y más amor por Chávez,  y “Mientras el pueblo es más pobre es más leal al proyecto revolucionario”. (El Aissami)

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