En
La crisis generalizada en Venezuela es una realidad incuestionable. La pugnacidad política agravó a extremos de emergencia humanitaria las áreas socio-sanitarias -medicinas, equipos médicos, alimentos y seguridad colectivas.
Ya comenzamos a hablar de “veteranos de guerra”. No solo debemos mencionar los más de 100 jóvenes asesinados en los enfrentamientos con los organismos policiales/militares, paramilitares/colectivos, también de la crueldad de esta guerra asimétrica, que está dejando una estela de cientos de miles de heridos, torturados y minusválidos. En días pasados varios médicos comentaban que habían operado a muchachos con graves heridas. Muchos de ellos perdieron manos, dedos, brazos e incluso, piernas o han quedado ciegos.
Estas son las marcas de la guerra. No hay otra palabra que sirva de sinónimo. Y estos son los rostros que deja todo conflicto bélico. No existe otra manera de decirlo. No es una guerra civil. Tampoco es un alzamiento militar-civil contra el gobierno del Estado.
Esta violencia o guerra asimétrica ha sido diseñada desde el llamado Alto Gobierno y cuenta con la anuencia de la dirigencia militar-policial, en sus estructuras de mando. Las irresponsables declaraciones del Presidente de la República, los gobernadores de Guárico y Zulia, arengando al uso de las armas, son evidencias que lesionan la sana convivencia a la paz. La población civil no está armada. El imperio de armas y municiones está en manos del Estado así como sus comandos y personal militar profesional.
Ninguno de los bandos es propietario del voto de la población. Y esta está en más de un 80% en niveles de pobreza extrema y aguda y en vías de evidente riesgo de hambre, que peligrosamente se está generalizando. Además, hay que agregar la emergencia médico-asistencial que ha llevado a parte de la población a la clara y evidente desesperación.
Ni el hambre ni las emergencias médicas pueden esperar. O se llega a un acuerdo definitivo, donde la población reciba la ayuda humanitaria para sobrevivir, o esa población terminará pasando por encima de la dirigencia, de uno y otro bando, y resolverá a su manera la gigantesca emergencia que se está traduciendo en muertes por desnutrición infantil, epidemias de malaria, sarna, y muerte de pacientes oncológicos, renales, insulinodependientes, adultos mayores recluidos en geriátricos, enfermos psiquiátricos y presos comunes.