Tanto
Las fuerzas políticas en Venezuela ya se encuentran en plena campaña electoral. Mientras tanto el país continúa en su cotidianidad caótica. Esta nueva ruptura entre la prioridad de la elite política, y la realidad del pueblo en general, solo servirá para profundizar el ya malogrado porvenir venezolano del corto plazo.
Para cualquiera que haya visto de cerca una campaña electoral en el país sabe que quienes son catalogados como “políticos” en Venezuela son en realidad unos “animales electorales”. Cuando llegan los tiempos de elecciones estas personas conviven con una adrenalina que solo se retroalimenta a sí misma mientras se avanza hacia el evento electoral, adquieren una capacidad física propia de muchos atletas, pueden estar horas andando por kilómetros de tierra, siempre con una sonrisa en su rostros, y vendiendo la salvación a todos los males.
Esta actitud de quienes se embarcan en las campañas electorales tiene mucho de una especie de locura temporal. Cuando la adrenalina aumenta tanto, y por un período de varias semanas, la excitación llega hasta el punto de nublar cualquier rastro de racionalidad. Y es aquí cuando sobreviene el peligro ante la ya delicada situación del país, en la que justo ante tanto caos colectivo lo que se necesita es algo de racionalidad. Sin embargo, todo parece apuntar que el camino hasta el 6-D estará lleno de excitación, y por lo tanto mayor volatilidad.
Tanto el oficialismo como la oposición apuestan al discurso subido de tono, a las palabras altisonantes, al presentar el evento electoral como un hito histórico. Todo ello es válido, pero cuando se hace en base a la ya desgastada credulidad del ciudadano común, ese mismo que debe salir todos los días a enfrentarse a una realidad precaria a la que sin querer se ha acostumbrado, las consecuencias son impredecibles para esos “expertos de la política”.
Lo cierto es que en las próximas semanas el país será testigo, una vez más, de esa especie de teatro en el que el único argumento válido parece ser la confrontación (porque así lo recomiendan los “expertos”). Será el mismo escenario en el que todas estas figuras se sienten cómodas, y en la que realmente tienen experiencia: en las campañas electorales. Para luego, cuando baje el telón y se den los resultados, vuelvan a mirarse en la Asamblea Nacional sin saber cómo legislar para un país en crisis.