La inminente reinauguración del penal de El Marite

Según el Ministerio de Asuntos Penitenciarios, a comienzos de noviembre ingresarían los primeros penados. Los mil 500 internos empezarán a cumplir su condena bajo el “nuevo régimen”. Los vecinos no quieren su reapertura. Desde su desalojo se sienten más seguros. En sus casas no caen balas, no hay desordenes ni tiroteos en las calles

Con un fusil de alto calibre en las manos, un efectivo de la Guardia Nacional resguarda el penal. De la imponente estructura de paredes blancas y verdes no queda ni la sombra. La pintura se cae a pedazos y el cableado eléctrico está en el suelo. El que en otrora se conoció como retén El Marite, y hoy Centro de Reclusión Dr. Francisco Delgado Rosales, parece abandonado. Pese a que el Ministerio de Asuntos Penitenciarios anunciara su reinauguración para mediados de noviembre y el arribo a las instalaciones de los primeros penados a comienzos de ese mes y la dirección la asumirá Carlos Fuenmayor.

Marelys Contreras, ministra de Asuntos Penitenciarios, recorrió a comienzos de mes las instalaciones para supervisar los avances. Según el comité que la acompañó solo falta pintar las paredes y la fachada. Ya se reacondicionaron los tres módulos y 18 habitaciones para la visita conyugal de los internos, se repararon las cloacas y se remodeló el área de enfermería y el área de la cancha.

Según el ministerio, el penal albergaría unos mil 440 reclusos,  unos 480 por cada pabellón. Solo se admitirán hombres con una sentencia emitida por un tribunal. “Ya no habrá traslados de penados a otras cárceles del país”, acotó un funcionario.

Se estima que a mediados de noviembre se organice un recorrido para la prensa. Los privados de libertad vivirán bajo el nuevo régimen penitenciario. Tendrán uniforme, se levantarán a las 5.00 de la mañana, deberán cumplir con orden cerrado, estudiar, participar en actividades deportivas o sembrar; recibirán visitas de familiares dos veces al mes y se les permitirán dos llamadas a familiares de cinco minutos cada una, explicó el trabajador. 

La custodia externa del penal estará a cargo de la Guardia Nacional y la interna del Servicio Penitenciario, estiman contratar un custodio por cada 10 privados de libertad.

Mientras los trabajos de reparación concluyen, en los alrededores de la estructura solo se observa basura, aguas estancadas y plagadas de insectos y la pared que da hacía una cancha de baloncesto techada cubierta de hongo y maleza. 

No quieren

En un recorrido de La Verdad por los barrios adyacentes al penal, los vecinos se mostraron inconformes con su reapertura. Temen el incremento de la violencia, el contrabando y los homicidios en la zona.

Transitar un camino de arena y asfalto, sortear las piedras de diferentes tamaños, esquivar los vehículos que se desplazan con exceso de velocidad, no son impedimento para que los habitantes del barrio Mi Esperanza, parroquia Venancio Pulgar, al oeste de la ciudad, lleguen a sus viviendas. La única preocupación que los aqueja es que reabran el reclusorio. 

En el frente de una casa, Mairan Prieto (30) dijo que vivía en zozobra mientras funcionó el retén. Su hija, de siete años, no podía jugar en el porche, tenía miedo a que una bala pérdida se la matara.

Sandra Oliveros, su suegra, se acercó al ama de casa y le pidió silencio. Durante cinco minutos ambas no dijeron una palabra, hasta que la sexagenaria subió la cabeza y miró con tristeza la pared de concreto a medio pintar y llena de grafitis que rodea El Marite.

Como una experiencia traumática, calificó Oliveros habitar por 25 años una casa tan cerca de un recinto penitenciario. Balaceras, música estridente, prostitución, pago de vacunas, disparos al aire, son solo algunas muestras del poder que ejercían las organizaciones criminales comandadas por los líderes negativos de cada pabellón.

Las bandas delictivas que operan en el barrio Mi Esperanza abrían huecos en las paredes para meter y sacar droga, armas de fuego, escopetas cortas, pistolas, revólveres. El delito, la impunidad y la injusticia eran una constante, “solo veíamos las bolsas plásticas negras pasar. Sabíamos que en su interior había mercancía”, apuntó un vecino, quien no se identificó por temor.

En medio de un intercambio de disparos entre los cuerpos de seguridad y los internos, un proyectil impactó en la ventana de Sandra Vásquez, de 55 años. La única herida sufrida quedó alojada en la mente de los habitantes de esa vivienda del barrio Modelo.

Armando Nava denunció que en los barrios Mi Esperanza, Modelo, 12 de Marzo y Éxito el alumbrado es inexistente. “Pasar por esas calles arenosas en la noche es exponerse a un atraco”.

Hizo un llamado a Francisco Javier Arias Cárdenas, gobernador del estado Zulia, para que habilite un módulo de vigilancia policial en esas zonas. Ninguna unidad de patrullaje les brinda protección a las comunidades. Con o sin retén las inseguridad los agobia.

 

 

Marelys Contreras, ministra de Asuntos Penitenciarios, supervisa las reparaciones. (Foto: Cortesía)

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