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En una primera aproximación, pudiera decirse que la razón de ser de nuestra centenaria casa de estudios son los estudiantes, afirmación que no se aleja de la realidad. Determinar el alcance de una institución con las características de la Universidad del Zulia parece fuera de cálculo si nos detenemos a analizar pausadamente todo el campo de acción en el que se desenvuelve.
Ciertamente nos debemos a los estudiantes, por la sencilla razón de representar el futuro del país, pero nuestra misión no solo consiste en egresar nuevos profesionales. Nuestra función en la sociedad va mucho más allá.
La investigación científica se circunscribe como un objetivo clave de las universidades en aquellos países que buscan el desarrollo: la interpretación de las realidades sociales, la búsqueda de curas para las enfermedades endémicas, la generación de tecnología o nuevos métodos de producción agrícola constituyen solo algunos de los proyectos que desde nuestros laboratorios y centros de investigación se desarrollan.
La razón de ser de nuestra institución es llevar a la realidad todas estas tareas en un ambiente en el que predomine la libertad de pensamiento y de ideología, la elección democrática de las autoridades rectorales, decanales, estudiantiles y de otra naturaleza dentro de la universidad y un presupuesto acorde con dichas exigencias.
Por ello, la institucionalidad de LUZ implica respetar su investidura, bien ganada a lo largo de la historia luego de ataques internos y externos, cierres, traspiés y un sin número de anécdotas que no hacen menos importante el impacto de su accionar en la región y el país.
Como universidad concebida para funcionar de manera autónoma desde 1891, hemos adquirido y registrado muchas experiencias concernientes a la orientación vocacional, métodos inclusivos de asignación y reconocimiento a nuestros estudiantes destacados, atendiendo a una de las mayores matrículas del país.
Reconozco el gran esfuerzo que realizan nuestros docentes e investigadores en un ambiente caracterizado por los pocos recursos y los salarios fracturados. La Universidad, hoy más que nunca, debe mantenerse inmersa en la dinámica social, no obstante el carácter autónomo, consolidando su institucionalidad.