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Una película que cuenta una historia de superación y de amor, la de Dauna, una joven de este pueblo indígena, que cuenta con poco más de 35.000 personas y que vive casi aislado de la civilización actual, en palafitos muy sencillos sobre el agua y con unas costumbres muy arraigadas en las tradiciones.
“Esperemos que los académicos vean con buenos ojos esta idea que les estamos ofreciendo, arriesgada, diferente, contada de manera especial. No es una película común y corriente, eso puede ser lo que llame la atención”, resalta Crespo.
Crespo empezó a viajar a la zona en el año 2000 dentro de un proyecto de la Asociación Civil Yakarí, de la que es miembro, para enseñar a los miembros de esa comunidad a usar el vídeo para recuperar la memoria histórica de su pueblo y evitar la desaparición de la lengua warao.
“No dejé de viajar al delta desde entonces y cuando quise contar la historia de una mujer con muchos deseos de aprender, pensé que lo mejor era elegir a una de esta comunidad, que tiene que superar muchos más obstáculos”, explicó Crespo, que hoy presenta su película en Casa América en Madrid.
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Entre ficción y documental
“Dauna, lo que lleva el río” es una historia que les puede pasar “a cualquier mujer y cualquier hombre de cualquier parte del mundo”, la necesidad de aprender y salir del aislamiento de una “comunidad que asigna roles específicos a las mujeres”.
Rodada con indígenas que nunca habían trabajado en cine, “Lo que lleva el río” es una ficción con elementos de documental, rodada con pocos medios y solo dos cámaras para poder acercarse a las familias y observarlas en su vida diaria.
Solo había dos actores profesionales en el rodaje, que interpretaban a dos sacerdotes, mientras que al resto hubo que enseñarles no a actuar, lo que era imposible con el tiempo de que disponían, sino a que fueran capaces de interpretar una situación dramática de principio a fin, explica el realizador cubano, afincado en Venezuela desde 1992.
Con un guion que pasó por catorce versiones y que luego se tradujo al warao, Crespo trabajó con los actores para que entendieran las escenas, pero luego les dejaba improvisar y que dijeran las frases a su manera.
“Había veces que ellos diciendo las cosas a su modo lo decían mejor porque son muy poéticos y hablan usando metáforas”, aseguró Crespo.
Por el Goya
Una película que confirma el buen estado del cine venezolano con títulos como “Desde allá”, de Lorenzo Vigas, que se llevó este año el León de Oro de Venecia; “Pelo malo”, de Mariana Rondón, que ganó la Concha de Oro de San Sebastián en 2013, o “Azul y no tan rosa, de Miguel Ferrari (Venezuela), que se llevó el Goya a la mejor película iberoamericana en 2014.
Crespo intentará reeditar el éxito en los Goya, aunque primero tendrá que ser nominada a un premio al que optan 14 películas de otros tantos países iberoamericanos y cuyos finalistas se conocerán el próximo 14 de noviembre.