La ahora trilla de arena roja amaneció convertida en una extensión de barro que tapaba engañosamente los huecos que ha dejado el paso de la maquinaria pesada que trabaja a pocos metros en la obra del Gobierno regional
Un aguacero bastó para sacar a flote las fallas que deja la construcción del distribuidor Maisanta en la Circunvalación 3. “Desde el distribuidor hasta el semáforo de Nasa, esto es un chiquero”, señaló Héctor Reverol mientras hacía un trabajo de bacheo en una de las orillas.
La ahora trilla de arena roja amaneció convertida en una extensión de barro que tapaba engañosamente los huecos que ha dejado el paso de la maquinaria pesada que trabaja a pocos metros en la obra del Gobierno regional. Los conductores manejaban sus vehículos con cuidado de no caer en uno de los cráteres llenos de agua de lluvia mientras Robert Córdoba, un vendedor de frutas con más de 20 años en la zona, explicaba: “aquí han trabajado muchas contratistas para arreglar esto, para hacer el distribuidor, para asfaltar, pero nadie logra hacer nada bien, siempre quedamos peor y entre trabajos inconclusos y corrupción esto ha quedado así”.
Córdoba calificó la construcción del distribuidor como “un pote de humo”. “A esto le echan el asfalto que raspan en otro lado. Las sobras es lo que nos dan, al gobernador no le importa si nosotros nos ahogamos, ellos son unos ‘pirañeros'”.
Una cañada atraviesa los barrios 23 de Febrero, Integración Comunal y Ramón Leal. Según explicaron los vecinos, la misma colapsó gracias a la construcción. “La contratista sacó unas tuberías de aguas blancas y las dejó en plena vía, nosotros hemos tenido que taparla pero cuando llega el agua los chorros son terribles, esto es tierra de nadie”.
Los vecinos alertaron que “la cañada se está comiendo la orilla de las casas”, manifestaron sentirse burlados y dejados al olvido. Aseguraron que por sus propios medios decidieron limpiar la cañada para evitar desgracias.