Estar
La mata de mango sembrada en la esquina del patio de la casa de Celia Carolina, rodeada de nísperos, caujiles, mamones, trinitarias, ixoras y helechos, es un regalo de Dios, bajo su vigorosa sombra en los atardeceres domingueros, disfrutamos junto a su frescura de amorosa brisa, apacibles sensaciones de quietud, bienestar y mansedumbre, haciendo nuestras tertulias felices e inolvidables, difícil de disputar.
Este árbol amigable, poderoso y corpulento, sosteniendo las estaciones primaverales de los pájaros errantes, el invierno de las remotas lluvias, en verano acariciado por el impetuoso viento, se convierte cada día, en el mayor centro de atracción y reunión familiar, cobijando entre sus ramas todas las celebraciones y eventos dichosos posibles, imbuidos de pasiones, risas y alegrías compartidas que hacen de la vida una jornada poética inacabable.
Estar bajo la mata de mango del patio de Celia es una manera de soñar y contemplar el sol cuando declina por detrás del inevitable atardecer, pero también es colocar los oídos sobre la curvada tierra que empuja los ríos hacia el olvido, mordiendo la tristeza, cuando disertamos sobre la realidad venezolana, golpeada por puños de cansado metal de no saber qué es como país, ni hacia dónde la llevará este angustiante cataclismo de una severa crisis económica, política e institucional, cuyas cifras evidencian su dramático deterioro.
Los más pequeños corren en bandada, dicharacheros y sonrientes, alrededor del mango, los grandes disertamos la compleja y profunda situación de Venezuela, calificada por expertos como el acontecer más alarmante después de la muerte de Juan Vicente Gómez en 1935, señalando que la población está en una etapa de supervivencia por los intensos problemas socioeconómicos, los cuales originan la lucha cotidiana de conseguir qué comer o ser víctimas del hampa. Aunque no se informe, la escasez y el desabastecimiento son los más altos de la historia del país, repuntando la pobreza, medida en términos de ingresos, surgiendo la condición de neopobres que son los que no tienen acceso a la canasta básica.
Esta destrucción se hizo en el marco de un boom petrolero, con la caída de los precios del crudo se agudizó la situación y se hace más difícil la recuperación social. No sé qué otra cosa pueda pasar en el país. Lo único indeseable sería el silencio debajo de la mata de mango de Celia Carolina.