La militarización de la economía

“No puede reducirse toda la política decente al antimilitarismo, pero sin antimilitarismo no creo que haya política decente.” Fernando Savater

Un grupo de dirigentes del régimen, junto con sus inexcusables asesores, imbuidos todos de una elevada dosis de dogmatismo ideológico y ciego fanatismo, han centrado toda su atención  en resolver la crisis económica mediante el control de  la fase de distribución de los bienes lo cual se utiliza propagandísticamente para hacerse víctimas de una supuesta “guerra económica”. Han sido muy creativos para inventar distintos mecanismos y operativos para repartir lo que no han producido arrebatando el producto del esfuerzo productivo de otros. El resultado ha sido siempre el mismo, el apetito voraz de la corrupción no permite que los bienes lleguen a quienes más los necesitan. Las existencias se agotan; no hay ni habrá producción interna mientras continúe la aplicación de este modelo infernal. Este es el problema central porque los dólares siguen siendo insuficientes para seguir con el “negocio” importador y pagar la deuda. El hambre, la escasez, la impaciencia y el desespero crecen, ya se observan las fumarolas.

En el más reciente golpe de timón, que revela claramente el forcejeo por el poder a lo interno del partido de gobierno, el mando fue a parar en manos de los militares, más concretamente, en manos del Ministro de la Defensa, militarizando la economía con la creación de una misión imposible: “Abastecimiento soberano y seguro” el cual suponen se ha convertido en un serio problema de “seguridad y defensa de la patria”. ¡El país está desquiciado! Vaya faena, haber nacido yo para tener que arreglarlo”, grita Padrino parodiando a Shakespeare, quien se revela antimilitarista. ¿se acogerá a la política decente?

La estrategia militar toda se ha volcado hacia la distribución de unos bienes cada vez más escasos. Esperemos que el objetivo no sea garantizar sólo la provisión a la familia militar y sus allegados del régimen porque lo que está claro es que los militares no producen bienes y servicios esenciales para la vida. ¿ y mientras tanto, que pasará con el pueblo y sus necesidades, limitaciones y angustias?. Mucho  ha contenido sus emociones, pero éstas son, como dice Coelho, caballos salvajes, que al final no quedará otro recurso más que liberarlos.

Si el nuevo amo del poder no saca su cabeza de entre las piernas del viejo barbudo caribeño y no logra zafarse del abrazo del oso malherido que mal gobierna, lanzará definitivamente lo que queda de país al “socioabismo”, con todas sus consecuencias económicas, sociales, penales, políticas y morales, atormentando aún más su conciencia.

La soberbia y la vanidad son malas consejeras. Esperemos que no invadan su cuerpo militar para que no termine exclamando como Alejandro Magno: “ y yo mismo mientras permanecí vivo, no entendí plenamente mi naturaleza ni mi destino. Solo ahora a la luz de la muerte, veo y descubro toda la miseria de mi grandeza”. La hora actual de la patria exige de todos la suficiente claridad y desprendimiento para movernos hacia la conquista de nosotros mismos, hacia el triunfo final del espíritu, sin interferencias ni malas influencias.

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