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La semana pasada llegó al mercado la cuarta entrega Saga Millennium. Pero esa no fue la noticia más importante, sino el hecho de que la chica del dragón tatuado regresa 10 años después de la muerte de Stieg Larsson. La secuela, titulada para el mercado inglés La chica en la telaraña (y Lo que no te mata te hace más rruerte en otras latitudes), fue escrita por el sueco David Lagercrantz con la autorización del padre y el hermano de Larsson. Pero todo no fue fácil. La excompañera de la autor original, Eva Gabrielsson, no aprobó esta publicación señalando que no se respetaría el estilo de su esposo. Gabrielsson y Larsson, sin embargo, nunca formalizaron su unión y ella se quedó sin ningún derecho sobre el patrimonio literario de su expareja.
Así como esta situación, hay otras. Lo importante es que las historias no han muerto como sus creadores. Siguen vivas para contentamiento de los fanáticos, a quienes solo les interesa leer un poco más de sus personajes favoritos. No es la primera vez que los títulos y franquicias de autores fallecidos continúan en la letra y puño de otros. El fenómeno responde a la gran popularidad de los protagonistas en las series que crearon y, por supuesto, a las ventas que pueden generar.
Tal es el caso del agente secreto James Bond, creado por Ian Fleming e inmortalizado en la pantalla gigante 25 veces (dos no oficialmente), con libretos basados en los escritos de Fleming. Eso quiere decir que varios autores han resucitado al agente 007 en novelas y, por consiguiente, han sido comisionados por los que controlan el patrimonio de Fleming con nuevas entregas del agente. La última novela oficial de Bond se publicó en 2013, con el título de Solo y la autoría de William Boyd, autor británico nacido en Ghana. Aunque el también británico Arthur Horowitz está por publicar otra novela Bond autorizada en septiembre de 2015, que incorpora material inédito de Fleming.
Historias que siguen vivas
Sherlock Holmes es otro que sigue con vida casi 150 años después de que apareció por primera vez en las librerías. Horowitz es conocido por dos entregas muy bien recibidas del detective inglés, tituladas La casa de seda” y Moriarti, sancionadas por el patrimonio de Arthur Conan Doyle, quien presentó a Holmes por primera vez al público en 1887.
Y otra franquicia que ha tomado mucho impulso, gracias al cine, ha sido la de los libros que cuentan la historia de Jason Bourne, personaje creado por Robert Ludlum, escritor de novela negra y suspenso, cuyas ventas ascienden a los cientos de millones. Ludlum, quien murió en 2001, dejó publicada una trilogía en torno al misterioso Bourne, un agente secreto que sufre de amnesia e intenta recuperar la memoria. Las tres películas de esos libros, con la actuación estelar de Matt Damon, fueron un rotundo éxito comercial.
Y en la misma vena de la intriga internacional está el personaje Jack Ryan, del escritor estadounidense Tom Clancy, quien murió en 2013. El agente de la CIA aparece en más de una decena de las novelas de Clancy, conocido por sus detalladas descripciones de asuntos militares y contraespionaje. Grant Blackwood es el más reciente autor en resucitar oficialmente a Jack Ryan en la novela Tom Clancy, Bajo fuego. Como con Robert Ludlum, que el nombre del autor sea parte del título parece indispensable pero no importa si este sigue vivo o no.