
La cena de Nochebuena es una tradición difícil de conservar en un país con la economía en caída libre
En Venezuela el festejo de la Navidad no es lo mismo de antes. La hiperinflación y la escasez atentan contra las fiestas navideñas: el mes pasado los precios crecieron a un ritmo del 144 por ciento, según los cálculos de la opositora de la Asamblea Nacional ante la opacidad gubernamental.
Las familias venezolanas se las ven y se las desean para poder comprar lo necesario para celebrar estas fechas, según reseña diario español El País.
Las rebajas son extrañas en Venezuela: todo aumenta de precio a una velocidad incontrolable.
En estas circunstancias, muchas asociaciones se dirigen a atender la carestía de alimentos. El pasado fin de semana, Alimenta la Solidaridad obsequió a varias familias de comunidades pobres con cientos de panes de jamón preparados voluntarios.
La degradación de la sexta mayor economía de América del Sur imposibilita la compra de los jamones a precios del mercado para muchos. Pero en Venezuela no siempre se puede adquirir lo que se desea, sino lo que está disponible.
En una juguetería de Galerías Ávila, en la urbanización Candelaria de Caracas, unas muñecas expuestas en un mostrador semivacío están en venta con carteles que advierten explícitamente de fallas en sus funciones. En ese centro comercial solo hay pasillos desolados, pero en otro extremo de Caracas, en el bulevar de Sabana Grande, las tiendas están abarrotadas de clientes tras una súbita rebaja de los precios de algunos productos ordenada por el Gobierno.
Los inventarios son todo menos cuantiosos. Las importaciones en el sector privado cayeron un 90 por ciento interanual en diciembre, según María Uzcátegui, presidenta de la organización empresarial Consejo del Comercio y los Servicios. Un mal lleva a otro: las ventas también han registrado una disminución superior al 60 por ciento y cuatro de cada diez comercios echaron el cierre el año pasado. La causa está en un manojo de desaciertos económicos, entre ellos un plan de “recuperación” financiera aplicado el 20 de agosto que, paradójicamente, acentuó el desastre.