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Rafael Martínez, un padre de familia de 57 años, dice no querer "existir más" porque se siente sin rumbo y desesperado por tanta necesidad. Lleva sobre sus hombros la responsabilidad de alimentar a dos hijos y a su esposa, pero que por “la mala situación” no logra. “Yo no sé quién pueda tener la culpa, pero esto es inaguantable. Tengo pocas ganas de luchar, a veces pienso no existir ya, por el mismo desespero. Pa' estar aquí pasando hambre, más bien no existir, si nos vamos a morir de hambre es preferible morirse de un solo golpe”.
Él vive en un rancho de la avenida 86 con calle 99-G del barrio Luz de Dios, parroquia Francisco Eugenio Bustamante, al oeste de Maracaibo. Comparte su casa con Érika Valles, su esposa de 44 años, quien se autonombra “todera”, en referencia a las labores que desempeña para poder ayudar a Rafael y con sus hijos José David, de 15 y Katherin, de 17 años.
Aunque el menor de los muchachos sufre como todos en la vivienda, la mayor preocupación de la pareja es Katherin, quien padece de lupus eritematoso sistémico, una enfermedad autoinmune crónica que afecta los tejidos. “En esta comunidad abunda en hambre, la miseria, la necesidad y faltan medicinas. En el módulo de Barrio Adentro no hay, ni en los hospitales grandes se consiguen. Ese es nuestro día a día, luchar”.
Diagnóstico
A la adolescente le diagnosticaron a los 12 años. Posteriormente la ingresaron en el Hospital Universitario de donde tuvo tratamiento. Pero hace dos años “el engaño de un policía” le arrebató su niñez y la convirtió en madre, razón por la que suspendió el tratamiento. Hoy ella no se trata médicamente por falta de recursos. “A veces la farmacia de Alto Costo del Seguro Social le daba su quimioterapia".
Aguantando el llanto, su madre, explicó que a veces tiene crisis de dolor “pero lo único que hacemos es llevarla al hospital y como hay médicos que conocen su caso me ayudan con alguna medicina para aliviarla”. Para Érika, quien tiene cinco años como miliciana, es difícil aguantar el llanto cuando se habla de comida. “Para mi es vergonzoso decirlo, pero ya que estamos hablando con el corazón en la mano, te lo voy a decir: comemos una vez al día”. Sus lágrimas la interrumpe, pero respira profundo y continúa. “Comemos a veces, arepa sola. Ayer las rellenamos con pollo porque una señora nos los fió”.
Sobre su nieta, de casi un año, comentó que tiene “tiempito sin tomar su leche. Le damos es arroz, lo hervimos, y se lo damos licuado, más nada”. La mujer contó que su familia solo tiene el salario mínimo para “sobrevivir”. Aunque su esposo es albañil hace meses que no consigue trabajo. “Rafa a veces tiene un trabajito que otro y con eso nos vamos ayudando entre semana mientras yo cobro”. Acotó que cobra mensualmente.
David también ayuda. Trabaja esporádicamente en los buses de su comunidad como colector para ayudar en la comida. “También vende mamones, hace mandados y limpia patios”. Ambos jóvenes tienen años que no van la escuela. La meta de Érika es inscribirlos este año, pero es difícil.
Todos por igual
Érika, además de estar en las filas de la milicia venezolana, trabaja con el consejo comunal, pertenece al frente Francisco de Miranda, pero aún así no esconde la realidad económica del país que le ha tocado sufrir en carne propia. “Desde las 4.00 de la mañana hacemos cola para sacar dos paquetes de harina, muchas veces llegamos aquí a las 7.00 de la noche sin nada, más que engorroso, esto es penoso”.
Rafael dice que la solución al hambre, que tiene a la gente de Luz de Dios hundida, es un cambio. “Esa es la solución, porque yo no creo que este cambie nada. Tienen muchos años mandando y no se ve nada. Es difícil salir de esto, porque hemos quedado a la deriva. Todos los empresarios se han ido”.
Ante la falta de trabajo, Rafael se dedicó a “marañar”, porque en la construcción “todo está parado”. En dos semanas de trabajo en cualquier construcción se puede ganar 10 mil bolívares que “no alcanzan para nada, eso es para comer dos días. Además trabajas una semana y te paras tres meses”.
Para el hombre el momento más difícil del día es cuando cae la noche y sus hijos y nieta se acuestan sin comer. “Yo soy pobre desde que nací, pero nunca había visto esto, pasar hambre da rabia, dolor de cabeza, mareo. En estos días casi me caigo en una cola, todo el día sin comer desde la mañana hasta la noche o el otro día”.
Ayuda
Enbrel, prednisona y metotrexato son los medicamentos que necesita Khaterin Martínez para tratar su enfermedad. Cualquiera que deseé ayudar puede comunicarse al (0426) 634.51.28.