La obsesión fatal del peluquero

45 du00edas tardu00f3 la Policu00eda cientu00edfica en resolver el crimen de la bioanalista

El asesino huyó. Pagó unos miles de bolívares para escaparse hacia Colombia vía terrestre. Su crimen quedó impune. Su rastro se perdió en la frontera

Unos pelos blancos de gato llevaron hasta el asesino y permitieron reconstruir su crimen. La búsqueda empezó el martes 17 de marzo de 2009 a escasos metros de la emergencia de adultos del Centro de Diagnóstico Integral de Santa Rosalía. Envuelto en tres bolsas negras, los pacientes hallaron el cadáver desnudo y pálido de la bionalista Anaís Lucía Suárez Petit (26). Un mes y medio tardó la Policía en identificar al culpable, su novio libanés y peluquero, Firas Kamil Nammour.

Las primeras 24 horas la víctima estuvo sin identificación. Las investigaciones indicaban que se trataba de la estudiante de maestría de la Universidad del Zulia, a quien habían reportado como desaparecida, pero los detectives debían esperar a sus padres para que reconocieran el cuerpo. Ellos residían en Coro, estado Falcón. En la morgue forense se confirmó la hipótesis y empezó el dolor de los Suárez Petit.

Sus tres compañeros de residencia, un apartamento del piso 2 del edificio Manatara en la avenida 21 con calle 67 de Indio Mara, fueron los últimos en verla. En sus declaraciones a la Policía recordaron que Anaís recibió una llamada al celular, la atendió en su habitación y seguidamente partió apresurada con un morral en la espalda. Nunca dijo hacia a dónde iba o con quién había hablado, pero ellos escucharon la voz del extranjero.

Los sabuesos del Eje de Homicidio y la División de Criminalística solicitaron un registro de las últimas llamadas hechas y recibidas por la maestrante. Efectivamente, Firas, el estilista de la peluquería Natural Look a quien la joven conoció a su arribo a Maracaibo, fue el último en comunicarse con ella. El peluquero se convirtió en el principal sospechoso.

Las pistas

Una comisión interrogó a Kamil Nammour. Mantuvo su discurso durante las horas de preguntas. Juró que no sabía nada de ella. Su lenguaje corporal hizo dudar a los oficiales y empezaron un rastreo en Indio Mara en forma de “círculos concéntricos”, precisó uno de los investigadores del caso. 

Los novios vivían relativamente cerca y en el trayecto, entre una y otra residencia, los edificios vecinos tenían cámaras de seguridad. Al analizar los videos, se podía confirmar que el apartamento del libanés, donde también funcionaba el salón de belleza en la planta baja, fue el último lugar que visitó la falconiana.

En una de las grabaciones apareció la bioanalista, caminaba con el bolso de su laptop entre las manos. En los videos de seguridad de una casa, situada a media cuadra del edificio donde vivía el libanés, visualizaron de nuevo a la licenciada. Finalmente, la vieron entrar al edifico de Firas. El crimen se investigó con el móvil pasional. 

Horas después, los funcionarios allanaron el apartamento del peluquero. Buscaban pelos blancos semejantes al que hallaron sobre el cadáver durante la autopsia. Utilizaron técnicas de aspirado y en la habitación del sospechoso, justamente sobre el colchón, encontraron los pelos. 

La  muestra se envió al departamento de tricología, donde les hicieron las comparaciones y determinaron que ambos tenían las mismas características, eran pelos de gato. 

Por segunda vez, el extranjero se sienta en el banquillo de los acusados. Negó que tuviese un felino. Lo siguieron y descubrieron que ocultaba la mascota en casa de su hija. Tras procesar la orden judicial, los investigadores llevaron el gato hasta el despacho. Analizaron su pelaje, el cual coincidió con la muestra del cadáver y del colchón de Nammour. 

Culpabilidad

Las requisas vuelven al apartamento del peluquero. Allí, colectaron prendas de vestir del extranjero, los colchones, todos los cabellos, unas bolsas negras, una bolsa con arena de gato y la basura: en esta consiguieron unos guantes de peluquería, papel sanitario con semen de él, al igual que un condón y un cordón. 

Todo se analizó. Las tres bolsas negras de la cocina coincidieron con las que envolvieron el cadáver y la arena de gato concordó con los restos hallados en los empaques del cuerpo de Anaís. En las uñas de la mujer encontraron fibras de color azul, rojas y verde que correspondían a los colores del mono deportivo que Firas lucía el día de la desaparición.  

“Al cordón encontrado en la basura se le realizó un análisis físico comparativo con las marcas que la occisa presentó en su cuello y un examen de ADN que dio positivo con el de Suárez. Resultado que corroboró a los investigadores que ese había sido el instrumento utilizado por su novio para matarla”, detalló uno de los investigadores del caso. 

La fiscalía del Ministerio Público solicitó la orden de aprehensión de Firas Nammour, pero este escapó 15 minutos antes de que la Policía llegara a su residencia. Según las investigaciones, el extranjero huyó por tierra en su carro. Salió por Maicao hacia Colombia, se presume que de allí regresaría a Libia, su país de origen. En la actualidad se encuentra solicitado por la Interpool. 

Un amor enfermizo fue el detonante de este crimen pasional. La joven le pidió a su novio que le devolviera una plata que ella le había prestado, para regresarse a Coro con su familia y reinvertir ese dinero. Firas se negó a pagarle, pues él no quería separarse de ella. La Policía conoció que esa relación de años era conflictiva y llena de celos. “Él no quería que ella se regresara a Coro. Si no era para él no era para nadie. La invitó a su apartamento, tuvieron relaciones sexuales y la estranguló”. 

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