La Orfandad

Cuando en Venezuela se traspasaron los limites de la cordura con un Hugo Chávez desbocado en todos los sentidos, sea política o moralmente. Cuando el insulto y procacidad contra quien escogiera: naciones, gobiernos, adversarios políticos y aun dentro de su partido (v.g Diosdado en su momento), se inició en forma frenética la táctica de destruir por los medios a quien se escogiera

Se sembró la semilla del odio mediático. Hoy con dolor se fructifica en una cosecha indetenible que busca contrapesos en los pro y contras, arrasando irracionalmente al o a los escogidos.

Diosdado Cabello es hoy día el núcleo de una campaña, que resulta no improvisada y que, en una óptica estrictamente jurídica,  se corresponde con procesos o acusaciones, con indicios o presunciones basadas en hechos que solo emergen de periódicos y de traidores al régimen, enlodados en las mismas conductas que denuncian. Así mismo los “voceros” norteamericanos que opinan, son curiosamente “ex”, es decir ex-secretarios, ex-voceros. Nadie que represente al Sistema de Justicia Norteamericano, país en el cual hay una verdadera división de Poderes.

Enmarañados en sus propias conductas destructivas, Maduro, Cabello y Oposición, debaten entre escándalos y difamaciones quien cae primero. Hasta ahora, el peor escenario es el de Diosdado, cuya imagen mundial ha sido refrendada como el Capo de un Cartel del Narcotráfico, sin que hasta el momento exista ninguna denuncia o acusación formal en USA ni otro país, Venezuela incluida.

Esta tragedia Nacional degradó nuestra sociedad, que políticamente incinera a opositores, con juicios inventados, hechos estos notorios, es el epígrafe de una conducta que va más allá de lo razonable, en la cual cualquier hipótesis es valida. Diríamos  entre una de ellas que, los Castro, Maduro y Rusos, batean para USA, en medio del caos venezolano, vista la luna de miel cubana–americana y el tambaleo del madurismo. En este escenario y ante cualquier vacío de poder Cabello sería Presidente y no es bien visto por esos grupos.

En conclusión, este festín que huele a tragicomedia, tiene en su mira a un país que todos quieren seguir saqueando y aferrados unos al poder y otros queriéndole poner las manos. Estamos huérfanos de patriotismo y cordura.