La localidad del municipio Maracaibo, estado Zulia, agoniza sin servicios básicos en pleno siglo XXI
En la entrada del barrio La Lechuga, parroquia Francisco Eugenio Bustamante, desaparece el asfalto. Habitantes de la zona transitan por calles de arena, sin brocales, aceras, en busca de agua, alimentos y leña para cocinar a la luz de los “mechurrios” de gas doméstico.
De una u otra manera, sobrellevan los apagones. La localidad del municipio Maracaibo, estado Zulia, agoniza sin servicios básicos en pleno siglo XXI.
Justo al llegar, frente a una cancha para juego, se observan niños y jóvenes con envases plásticos. La esperanza puesta en conseguir agua, lo más básico, lo vital.
De fondo, cantos religiosos. Vecinos reunidos se distraen con fe y devoción al Todopoderoso. “El que canta ora dos veces”, dice el patrono de los que buscan a Dios: San Agustín.
Testigos del desamparo
Al recorrer la comunidad, un sábado, los rostros del sufrimiento se distinguen desde la distancia. Las quejas por parte de los residentes del lugar son una constante.
“La comunidad no tiene ningún servicio. Vamos a cumplir 16 años y somos los mismos que no tenemos servicios. No tenemos agua, no tenemos gas. No tenemos accesibilidad en las carreteras. No tenemos ningún servicio público garantizado”, relata con cara de angustia, y manoteos desesperados, la fundadora del barrio La Lechuga, Yaneth Toscano, de 62 años de edad.
Comenta: “Buscamos tomas de agua de otras zonas. Pero, como ahora hay escasez, nos toca comprar cisternas. No todos tenemos. Vale cinco mil bolívares en efectivo una pipa con agua, así la venden. Muchas personas no tienen la posibilidad de comprarlas”.
Prolifera la extrema pobreza en el suburbio. “Hay mucha necesidad, demasiada necesidad. Ha sido abandonada por los entes gubernamentales”, denuncia. Asegura que algunas familias duermen sin alimentos en el estómago.
Precisa: “A veces no se comen ni una comida. Así como se levantan, muchas veces, se acuestan. Es más, por aquí no hay ni supermercados ni
escuelas. Sinceramente, estamos sumamente desasistidos”.
La falta de servicios públicos y necesidades básicas afecta la educación de los menores de edad.
La fundadora de La Lechuga, hace 16 años, sostiene: “Sin agua ni comida no pueden ir a clases, apartando que sufren mucho por el calor cuando se va la luz. Hay niños que se están abocando más a trabajar y estudiar por necesidad. Eso es grave”.
Hace un llamado a las máximas autoridades gubernamentales. “Gobernador Omar Prieto y alcalde Willy Casanova, acuérdense de una comunidad que está bastante desasistida. Acá solo estamos los que creemos en Dios”.
Yeisi Barreto, residente con más de 10 años, comparte la preocupación de Toscano.
“Desde hace años no tenemos servicios de aguas negras y aguas blancas. No tenemos un horario fijo con la luz. Nos quedamos a veces dos o tres
días sin luz. Unas zonas tienen tomas de agua y otras no. A mí me toca salir a buscar agua”, detalla sobre el servicio público más agudo.
Con resignación, continúa: “A veces nos toca hacer el sacrificio de comprarle agua a las cisternas. Y, como no hay supermercados cerca, nos toca caminar a los abastos para comprar comida, que es la del día a día”.
Reafirma la compleja problemática que viven “Duramos cinco meses cocinando en leña. Cuando tenemos comida, luz y agua los niños van al colegio.
Cuando no, no van. Es más lo que no van que lo que van”, sentencia Barreto.
Toma la mano izquierda de uno de sus retoños, a quien se le aguarapan los ojos a medida de la narración, y continúa. “La situación está muy difícil. Yo, por lo menos, tengo cuatro hijos y a veces solo hacemos una comida”.
También, pide ayuda a los entes competentes. “Por favor, estamos urgidos con la luz, el gas, las aguas negras”.
A la espera
A finales del año pasado, el primer mandatario regional indicó a los medios de comunicación que trabajan en un plan para potenciar el agua por tubería.
El “99 % de los zulianos está en total tranquilidad, manteniendo la paz que quisieron alterar los autores del sabotaje eléctrico y retomando la cotidianidad gracias a la recuperación progresiva del servicio de electricidad”, manifestó el pasado 11 de marzo a través de un contacto telefónico con Venezolana de Televisión (VTV).
Sin embargo, el presidente de Un Nuevo Tiempo en Zulia, José Luis Alcalá Rhode, expresó el mes pasado que “el Zulia es la entidad de Venezuela que más sufre por el colapso de los servicios públicos, la escasez de alimentos, así como es la región que tiene más casos de niños y adultos mayores desnutridos” tras entregar a la representante de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) una comunicación donde solicitó la visita de la alta comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet.
Recientemente, durante un pronunciamiento, el coordinador político regional de Voluntad Popular (VP), Ángel Machado, responsabilizó a Prieto de las circunstancias que afronta hoy día el espacio petrolero. “El Zulia es una región devastada. De ser el estado más próspero de Venezuela, en la actualidad se encuentra como si hubiese sido víctima de un desastre natural”.
El acceso a servicios públicos, agua potable, energía eléctrica y gas, debe declararse como “derecho humano”, concuerdan diversas organizaciones a nivel mundial.