La paciencia de Dios

Dios siga teniendo paciencia con nosotros y pidamos también a él su paciencia, para que nosotros podamos tenerla con nuestros hermanos

En este domingo la Iglesia universal celebra el II Domingo de Pascua, llamado también, Domingo de la Divina Misericordia. El Evangelio de este domingo (Jn 20,19-31) nos habla de dos apariciones de Jesús a sus discípulos, en la primera no estaba Tomás, en la segunda sí. Llama la atención que la reacción de Cristo ante la incredulidad de este apóstol no haya sido la de juzgarlo y la de simplemente prescindir de él, ya que sencillamente no cree al testimonio de sus hermanos los apóstoles. Es decir, no cree a la Iglesia Apostólica, y esta será una de las propiedades de la Iglesia, el ser “Apostólica”; he allí la bienaventuranza a la que se refiere el Señor: Bienaventurados aquellos que crean sin haber visto. 

Ahora hermanos, volvamos a la premisa inicial, ¿por qué el Señor resucitado no prescinde de este incrédulo?; ¿sino que al contrario le ofrece más signos físicos para creer?; la respuesta la podemos encontrar en los innumerables pasajes del AT que nos expresan la paciencia de Dios con su pueblo, que a pesar de los signos que Dios hacía entre ellos, Dios sigue teniendo paciencia con su pueblo y les continúa dando oportunidades para creer en Él. Es decir, Dios respeta los tiempos de los que elige para que ellos crean verdaderamente en Él. Dios espera pacientemente que, los que él ha elegido, crean verdaderamente en Él, y le sirvan con espíritu firme. 

El signo de la segunda aparición de Jesús a sus discípulos busca expresar la paciencia de Dios como gran gesto de Misericordia. Podríamos decir que la gran expresión de la Misericordia de Dios es su paciencia para con sus hijos. Este Domingo de la Misericordia es un buen día para dar gracias a Dios por su paciencia para con nosotros. Dios siga teniendo paciencia con nosotros y pidamos también a él su paciencia, para que nosotros podamos tenerla con nuestros hermanos.