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En medio de la oscuridad, los pasajeros se encomiendan a Dios. Son las 4.30 de la mañana y Juan Medina junto a otros 10 pasajeros se encuentran en la parada de buses de la ruta El Brillante, en la vía que conduce a El Mamón, parroquia Ildefonso Vázquez de Maracaibo. Esperan el primer transporte del día.
Medina, quien trabaja como vigilante, debe tomar diariamente ese autobús para llegar puntual a la empresa. Sigue cabalmente su rutina, pese a que en tres ocasiones ya lo han asaltado. Asegura que cada vez que escucha el sonido de una motocicleta cerca de la parada, el miedo lo invade. Ya sabe lo que sigue, un atraco seguro.
La primera vez, el vigilante desconocía cómo operaban las bandas. Él y sus 10 acompañantes escucharon las motocicletas a unas tres cuadras de distancia. Todos voltearon, pero vio los vehículos acercarse. La penumbra los confundía.
En cuestión de segundos, Medina recuerda que los rodearon cuatro maleantes, llegaron dos en cada moto, solo dos de ellos estaban armados. Su formación en seguridad le permitió identificar que “uno usaba un arma de mentira, pero la otra sí era real”.
Dos de los delincuentes se encargaron de abrir una bolsa negra y allí guardaron los celulares y el dinero, mientras los otros dos amenazaban a todos para que colaboraran. El robo fue rápido. A unos pasajeros les quitaron el almuerzo.
Con horario y desprotegidos
Según los usuarios y vecinos del barrio Catatumbo, en la parroquia Ildefonso Vázquez, los malhechores repiten el procedimiento hasta las 5.30 de la mañana. Cada vez que la parada está llena y antes de que amanezca.
El empleado de seguridad, un hombre que no pasa los 35 años, delgado y piel tostada por el sol, comentó que fue robado tres veces en el mismo lugar. “Siempre hacen lo mismo”.
Los habitantes y trabajadores de la barriada comentan que los cuerpos de seguridad patrullan muy poco o simplemente no patrullan.
Comentaron que a 500 metros de la parada se encuentra una casilla policial con tres uniformados, pero no se dedican a patrullar en el sector. Agregan el problema del alumbrado público. Los transeúntes y usuarios opinan que eso ayuda a los delincuentes, por la madrugada y en las tardes cuando el sol se esconde.
El propietario del local de licores ha instalado, en varias oportunidades, reflectores en el frente del establecimiento que alumbra hasta la parada, pero con frecuencia los rompen. Presumen que es el mismo grupo de hampones.
Juan Medina se las ingenió. Vive en la avenida y cuenta que observa con atención desde la sala de su casa, al ver que el autobús está cerca sale corriendo para montarse. De esa forma evita ser presa fácil para los ladrones de la zona, “por lo menos cuando salgo de mi casa”.
Los conductores
Los choferes de las pesadas unidades de transporte comentan con temor que ellos y muchos de los pasajeros saben que los antisociales son de la zona, pero por miedo, nadie los denuncia.
Los directivos de la ruta cambiaron el punto de donde partían los buses, tratando de evitar un poco los robos. Ahora salen del sector 5 Esquinas y toman la vía de Palo Negro. Cuando el grupo de delincuentes se enteró, buscaron otro punto débil y ahora los interceptan en un punto conocido como La Batea.
Uno de los conductores, quien prefirió no identificarse, agregó que el grupo de malhechores usa una escopeta recortada para cometer sus fechorías. También resaltó que la parada de El Brillante es la ruta más atacada, “en el resto no se ven tantos casos”.