Qué
Qué triste sentimiento de frustración se siente cuando la avasallante mayoría elude responsabilidades mostrando una grotesca indiferencia ante los destinos del país. Todos indiferentes, todos portando esa cobarde y cómplice conducta evasiva frente a unos pillos que nos han hecho corruptos, ante un facilismo que nos lleva a la indolencia, ante un nauseabundo tráfico de influencia que nos ha conducido a la degradación moral. Qué acerbo pesar se experimenta cuando el ciudadano común acepta la corrupción como lo normal, cuando no se inmuta ante el desfalco cotidiano, cuando acepta sin chistar las colas, la carestía, la inseguridad.
Y es que el ciudadano al convertirse en prófugo de la realidad, pierde el objetivo mismo de la vida y se entrega al error colectivo del derrotismo. Y el derrotismo es madre de la insensibilidad y la indiferencia. Sin motivaciones morales ni patrióticas que lo estimulen, buscan en lo material la compensación a su existencia y fácilmente la consiguen en la corrupción en todos los ámbitos de la Administración Pública.
Los menos ambiciosos, se conforman con su bono alimentario, con su puestecito, cambur político, aumento salarial y otras prebendas proselitistas. Los más modositos y pusilánimes viven pegados a la mamila del Estado populista a través de las más de 40 misiones, succionando las riquezas de la patria sin aportar nada a cambio salvo hijos abandonados a su suerte que siguen engendrando miseria y subdesarrollo como lo hicieron ellos.
Los jefes chavistas de la cúpula cogiéndose los dólares a 6.30 y vendiéndolos a 600, un negocio impresionante. Ni hablar del negoción del contrabando de la gasolina, que da más dividendos que las drogas, o de los contratos chimbos con todo lo que se importa. No son avaros, no son brutos, reparten mucho, involucran mucho, embadurnan mucho, para dejar una estela de complicidad que compromete desde el magnate de la oposición hasta al vivito sindicalista.
Por eso los restaurantes están full a pesar de los precios exorbitantes, por eso se abren tantos nuevos negocios pesa a la crisis actual. Hay mucho dinero mal habido circulando. El daño colateral moral es enorme e irreversible. Todos disfrutando de la rapiña de la patria en esta suciedad de cómplices. Que oiga quien tiene oídos…