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La insistencia del primer mandatario nacional, en establecer un precio base del petróleo, y su intento de convocar una cumbre de jefes de Estados de los países Opep, como a los no integrantes del cartel, pareciera que carece de racionalidad económica, y no pasa de ser un ejercicio de buenos deseos, ante la precariedad de nuestros ingresos por exportaciones petroleras.
En primer lugar, se debería entender que los actuales precios bajos del petróleo, obedecen a la acción individual de centenares de productores de petróleo en EEUU, que están desarrollando la producción de petróleo no convencional, que han aumentado la producción en cinco millones de barriles diarios, y no hay formas legal ni económica de coordinar con esos productores individuales para restringir la producción. Pero es Arabia Saudita, quien no está dispuesta a ceder mercados y ha aumentado su producción en un millón de barriles diarios. Y la propia Opep en su conjunto ha aumentado su producción en dos millones de barriles diarios, lo que existe es una guerra por espacios de mercado. Además, se requiere la intervención sobre tres actores fundamentales: Arabia Saudita, donde pareciera que su estrategia ha dado resultados porque EEUU, ha empezado a desacelerar el crecimiento de su producción. Rusia que es el tercer productor de petróleo, detrás de EEUU y Arabia Saudita, que cuenta con costos de producción bajos, pero además los productores en Rusia son privados y no están dispuestos a disminuir la producción en forma individual. Y México, que está iniciando un proceso de apertura de su sector petrolero a la inversión privada y no le conviene ahuyentar a los inversionistas con restricciones en la producción.
En cuanto a los precios actuales 30 dólares, es interesante recordar, que entre 1986 y 2002, el precio promedio fue de 33 dólares y en todo el siglo XX fue de 27 dólares. Sin embargo, con 27 dólares se desarrolló la industria petrolera venezolana y con un precio de 33 dólares se duplicó la producción de PDVSA. Eso creemos.