La
Las históricas elecciones parlamentarias del seis de diciembre, ganadas de manera avasallante por las fuerzas de la Mesa de la Unidad Democrática, han dejado al desnudo al régimen de Nicolás Maduro y a su revolución.
La mayoría calificada que el pueblo venezolano le ha brindado a la MUD va a permitir que la Asamblea Nacional cumpla con las funciones que están fielmente establecidas en la Constitución, especialmente la de ponerle control al manirrotismo de Maduro e investigar la manera cómo se gastan y han gastado los recursos financieros de la nación. Las disminuidas fuerzas del régimen tienen terror que la Asamblea Nacional, a través de las comisiones respectivas, revise el caso del Fondo chino-venezolano mediante el cual Venezuela ha recibido unos 50 mil millones de dólares en los últimos cuatro años, que hace tiempo fueron dilapidados al igual que la montaña de 999 mil millones de dólares que recibió el país por la venta del petróleo en los últimos diez años.
Este Fondo es una gran caja negra que solo quedará al descubierto con una investigación seria que permita saber bajo qué condiciones nos prestaron ese gran caudal de dólares, a qué precio se vende ese petróleo, cuáles son los intereses y todo el entramado que al parecer se tejió en esa negociación. La nueva Asamblea Nacional podrá investigar quiénes fueron los empresarios de maletín que recibieron 25 mil millones de dólares por parte del Banco Central de Venezuela, denunciado por la entonces presidenta de esa institución, Eimée Betancourt, quien no duró ni un mes en sus funciones por haber destapado esa olla putrefacta. Chávez, el del presunto gran legado, la destituyó.
Estas son las poderosas razones por las cuales se han dejado ver las costuras y miserias del régimen al echar mano de una inconstitucional ley de Parlamento Comunal para crear una especie de Asamblea Nacional paralela que neutralice la acción del Parlamento en manos de la oposición democrática.
El régimen está desesperado y anda como fiera herida, tirando dentelladas a diestra y siniestra y hundiéndose más en el barranco del descrédito donde lo empujaron sus malas acciones.
Este cronista no descarta que Maduro intente repetir los hechos de enero de 1848 cuando José Tadeo Monagas, presidente de Venezuela, ordenó a sus huestes asaltar el Congreso nacional que lo pretendía juzgar y destituir.