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Recientemente la calificadora riesgo Standard & Poor rebajó la valoración de la deuda soberana de Venezuela de CCC, que ya de por sí era muy negativa a CCC-, la cual resulta extremadamente negativa, certificando que nuestros bonos y/o títulos valores de deuda externa deben ser considerados como papeles o deuda basura, sumamente riesgosos, altamente especulativos, muy dependiente de la situación económica y tensiones políticas internas, en pocas palabras a un paso del default o condición de impago.
Haciendo una equivalencia en una escala de evaluación del uno al 20, pudiéramos decir que su nota sería cinco o cuatro puntos (aplazado), pues esa es la realidad de la calificación de nuestra deuda hoy, cuando hace 20 años atrás la misma era calificada de BB+ es decir, estábamos aprobados con 13 puntos, por la referida calificadora, eso sí, sin mayor grado de inversión, muy propensa a cambios económicos, sin embargo la percepción era positiva y ello se traducía en que el servicio de pago de la deuda externa no resultara tan costoso como lo es hoy para la nación.
Ello se evidencia en la tasa de interés anual que la República está pagando hoy por sus instrumentos financieros de deuda externa, los cuales oscilan entre 12 por ciento y 14 por ciento; para ejemplo un botón, en el año 1997 el país llegó a pagar por servicio causado por la deuda externa según cifras del Banco Central de Venezuela nueve mil 261 millones de dólares, de los cuales siete mil 268 millones de dólares fueron por concepto de capital, 78,48 por ciento y un mil 993 millones de dólares por intereses 21,52 por ciento; mientras en el año 2014 el país pago 18 mil 049 millones de dólares, de los cuales 11 mil 452 millones de dólares eran por concepto de capital, 63,45 por ciento y seis mil 597 millones de dólares por intereses, 36,55 por ciento; para 2014 los títulos de deuda externa estaban mejor calificados por S&P con B- es decir 10 puntos en una escala del uno al 20.
Con esta nueva rebaja de la calificación de la deuda provocará que esta tasa de interés aumente y la República tenga que disponer de mayor cantidad de divisas para el servicio de pago de deuda externa, sobre todo para pagar intereses, y por lo tanto menos dólares para las importaciones que el país necesita para abastecer el mercado nacional y satisfacer las necesidades primarias de la población, por lo que los cuadros de escasez y desabastecimiento aumentarán y la inflación por falta de oferta se acrecentará en grados superlativos, es decir viene más hambre, miseria y pobreza.
Si a ello le sumamos que la producción petrolera, actividad que vía exportaciones provee el 96 por ciento de las divisas que ingresan al país, cayó según la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) de dos millones 157 mil barriles diarios en diciembre de 2016 a un millón 938 mil barriles diarios en junio de 2017, ello provoca que la nación disponga de menos dólares para honrar sus compromisos.