La tolerancia de Voltaire 

Hoy día más que nada se debe ser “tolerante”. La intolerancia está asociada con el apasionamiento, la falta de respeto, el tradicionalismo

El año 2015 que finaliza ha sido quizás el año más difícil que hemos enfrentado desde comienzos de siglo en el orden económico, político, social y de las relaciones internacionales con nuestros vecinos, principalmente con Colombia y Guyana. Las más reconocidas agencias de medición de la opinión pública establecen que los venezolanos asumimos como nuestros principales problemas: la inseguridad, la inflación, el limitado acceso a los alimentos y los inconvenientes en el funcionamiento de los servicios públicos colocando dentro de ellos como prioridad, la electricidad.

Ahora bien, el por qué Venezuela afronta estos problemas sociales con visiones distintas entre sectores de la población que nos impide concentrarnos todos en resolver los problemas fuera de la diatriba política discursiva tiene su fundamento en la herencia que traemos sobre nuestros hombros; la plena configuración del estado como aparato de violencia, lo observamos en el desarrollo del régimen gomecista entre 1908 y 1935.

Por ello, tanto en las crisis cíclicas coyunturales del sistema sociopolítico venezolano democrático como en la tendencia general de largo plazo en la evolución de dicho sistema; observamos una tendencia de creciente agudización en el deterioro de la capacidad de la sociedad de reconocernos con nuestras diferencias y de aceptarnos en nuestras posturas acerca de las distintas visiones o puntos de vistas para la solución de los problemas comunes a todos, es la intolerancia a aceptar que “otros” pueden aportar soluciones y estos deben aceptar que no son dueños absolutos de la verdad. 

Creo firmemente en que debemos realzar una actitud altamente positiva y necesaria para los tiempos que vivimos. La tolerancia es un objetivo moral que está en la calle. Hoy día más que nada se debe ser “tolerante”. La intolerancia está asociada con el apasionamiento, la falta de respeto, el tradicionalismo. Se supone que los conflictos, tanto a nivel personal, como de grupos sociales y naciones, se deben superar con la tolerancia. Es la virtud principal de nuestros días. Se puede ser, pensar, opinar cualquier cosa, menos ser intolerante. Como decía el poeta italiano Santiago Leopardi, “ninguna cualidad humana es más intolerable que la intolerancia”. Esta visión de la tolerancia deriva directamente de la volteriana, aprendamos entonces a enfocar el lente de nuestro porvenir para juntos  seguir construyendo la mejor Venezuela, como el más preciado legado para quienes tienen en nosotros las esperanzas de tener la mejor patria.

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