La venganza del amor olvidado

Los detectives buscan evidencias por el terreno. (Fotos: Josu00e9 Nava)

La familia cree que a Diomar Sánchez lo mataron por una expareja. Se mudó a Caracas para evadir la sentencia de muerte. A su regreso lo acribillaron. Los vecinos recuerdan que tres desconocidos lo arrastraban por el sector La Rinconada. Lo amarraron con cinta adhesiva, lo torturaron y le dispararon nueves veces

Diomar José Sánchez Sánchez (29) se mudó a Caracas, huía de una amenaza de muerte. Hace un mes regresó, sus enemigos recordaron sus rencillas por mujeres, lo raptaron y lo acribillaron de nueve balazos luego de torturarlo, denunció su familia.

El cadáver lo localizaron ayer en una zona desolada en el caserío Estrella de Belén, en el sector La Rinconada, parroquia Antonio Borjas Romero. La lluvia no pudo borrar la sangre del cuerpo ni de la arena. A su alrededor podían contarse los casquillos de las balas, esparcidos entre la maleza y la tierra.

Los vecinos recordaron que vieron, a las 11.30 de la noche del pasado viernes, a tres desconocidos arrastrar a un hombre por la barriada. En cuestión de segundos escucharon las detonaciones y a los sospechosos marcharse a pie de la barriada. No supieron de qué se trataba hasta el amanecer.

Debajo de un cují encontraron a Sánchez. Sus verdugos le amarraron sus manos a la espalda con cinta adhesiva, lo torturaron con golpes y le dispararon tres veces en el abdomen y otras seis en la cabeza. La víctima se desangró de medio lado, con sus piernas una sobre la otra y sus ojos entre abiertos. La Policía investigaba quién le robó sus zapatos, los asesinos o los primeros curiosos que llegaron a la escena del crimen. Alguien lo cubrió con una sábana curtida y desgastada.

Lo pagarán

Los familiares de Diomar comentaron que el muchacho salió de su residencia, en el barrio 7 de Enero, acerca del caserío donde lo mataron, a visitar a una de sus hijas. Un amigo lo acompañaba, pero no saben si desapareció antes o después del crimen. Ellos desconocen su identidad y dónde localizarlo.

Lo mataron por un problema con una mujer de su pasado, donde había recibido amenaza de muerte, repetía Dionisio Sánchez, padre del occiso. En su dolor, juró vengarse con sus manos. Su hijo apenas tenía un meses de haber retornado de Caracas. 

La Policía científica marcó las trayectoria de los proyectiles, los identificó con carteles amarillos con números del uno al nueve. Interrogó brevemente al padre de Sánchez, montaron a la víctima, vestida con una franela marrón y un jean celeste desgastado y con aberturas en las rodillas y medias negras, en una bandeja metálica y en la furgoneta. Apenas cerraron la puerta trasera de la camioneta, la docena de curiosos, quienes observaban cuidadosamente desde la sombra de los árboles, se marcharon.

 

 

 

 

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