La verdadera revolución educativa

Todas las organizaciones tendrán ante sí un gran reto, como lo es la necesidad de aprender para emprender en una especie de círculos concéntricos que van desde el ámbito de lo local, hacia lo nacional, y desde allí, a lo internacional

“Educar no es fabricar adultos según un modelo sino liberar en cada hombre lo que le impide ser él mismo”. Olivier Reboul

Existe coincidencia a nivel mundial que no se puede seguir enseñando a los ciudadanos del siglo XXI como se hacía en el siglo pasado. Entre las exigencias más apremiantes que se le hace a la escuela parece ser que es la innovación y la calidad del proceso de enseñanza-aprendizaje. Esto es fundamental si la educación se realiza para garantizar una vida creativa, lo cual desencadenará todas las potencialidades del ser humano hasta lograr una práctica innovadora cotidiana.

Siendo así, la educación provocaría un proceso de transformación social que impactaría todos los órdenes de la vida en sociedad. Cuando se innova en educación y se toma la iniciativa para implementarlas, obviamente cambiará el conjunto de relaciones sociales y las estructuras de poder.

Vivimos desde hace tiempo en un mundo pluriparadigmático donde es importante la confluencia, complementariedad y vigilancia conceptual y epistemológica, para evitar las contradicciones que permitan tomar de cada paradigma lo que sea más pertinente y útil para crear un entorno más colaborativo, menos confrontacional y más adecuado a una realidad que es rápidamente cambiante, cada vez más creativa e innovadora.

Será imprescindible la formación de equipos de innovación multi y transdisciplinarios para que sus aportes individuales se socialicen y tengan un mayor impacto en términos de beneficio social, por lo que todas las organizaciones tendrán ante sí un gran reto, como lo es la necesidad de aprender para emprender en una especie de círculos concéntricos que van desde el ámbito de lo local, hacia lo nacional, y desde allí, a lo internacional.

El progreso y el desarrollo de la ciencia y la tecnología marcha incesantemente, donde no hay paradas ni tiempos de espera; cada minuto se alejan más de nosotros, y mucho más si seguimos conducidos por los adoradores del culto ideológico del atraso, la ignorancia y la irresponsabilidad; de los que endilgan a otros las culpas de su propia estupidez e ineptitud. 

Tenemos que estar conscientes que es a nosotros, los venezolanos de esta generación, a quienes incumbe despejar las tinieblas de la ignorancia y abrir las ventanas para que entren las luces del conocimiento. Para ello debemos sacudirnos el oprobio de las tenazas ideológicas que nos oprimen, con mucha voluntad, confianza y coraje.

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