Lámparas en Intercomunal de la COL no funcionan de noche

Los tramos más oscuros son los de Santa Rita, Lagunillas, Valmore y Baralt, mientras que en Cabimas, adicional, acarrea el mal estado de los semáforos

Los choferes de transporte público son quienes a diario sortean su suerte al desplazarse por la avenida Intercomunal de la Costa Oriental del Lago. Hay tramos, por ejemplo en Tía Juana, municipio Simón Bolívar, en el que las lámparas permanecen encendidas durante la mañana y tarde y por la noche no funcionan. La situación permite que las bandas organizadas e incluso el hampa común ataque contra los conductores.

Leonoro Salazar fue víctima de la inseguridad. Es chofer de la ruta Cabimas-Lagunillas y desde que un delincuente lo despojó de su vehículo solo ofrece el servicio de transporte público hasta las 5.00 de la tarde. “A mí me quitaron el carro a punta de cañón. Iban tres pasajeros. Uno de los ladrones se embarcó en la parte trasera y el otro iba de copiloto. Ambos nos amenazaron con sus pistolas. Me obligaron a desviar la ruta y me metí monte adentro. Ahí nos abandonaron sin ropa, celulares ni dinero, a la buena de Dios”.

La inseguridad que viven los choferes es denunciada constantemente por los gremios de transporte en la subregión. Mientras que los pasajeros son quienes pagan las consecuencias, puesto que el servicio casi es nulo es horas nocturnas. “Es inconcebible que una vía que conecta a seis municipios y que descongestiona la Lara-Zulia esté a oscuras”, reflexionó Fermín Valero, de la ruta Palmarejo-Santa Rita. Los tramos más oscuros son los de Santa Rita, Lagunillas, Valmore y Baralt.  

Sin semáforos

Mientras que Cabimas acarrea un problema adicional. El mal estado de los semáforos y la ausencia de otros que provocan el colapso en horas pico y el registro de accidentes en horas nocturnas. En R-10 dos semáforos no están en su lugar. Ahí se registraron alrededor de 15 accidentes de tránsito, leves y fuertes, por fortuna sin pérdidas humanas, según informaron funcionarios de la Policía Nacional, quienes prefirieron guardar su identidad.

La odisea la sufren por igual los profesionales del volante y los conductores de carros particulares. A la altura de la carretera F una de las estructuras se cayó tras un viento huracanado y el sistema se quemó y no lo repararon. 

A la altura de la carretera G las luces indicadoras no funcionan en su totalidad, por lo que el chofer debe “adivinar” cuándo tiene la opción de pasar. Unos metros más adelante, cerca de la intersección con carretera Chile, otro semáforo está ausente, también lo derribó una fuerte ventisca. En la Intercomunal con calle Cumaná otra señal está incompleta. “Los de la Alcaldía no trabajan en pro de reparar y reponer los que faltan”, dijo Claudio Zabala, conductor de Cabimas-Lagunillas.

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