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Estoy seguro que en el fondo de cada venezolano, conociendo el historial tramposo del CNE a lo largo de esos 17 años de desgobierno, y más aun el de las actuales tipas que dominan ese organismo, calificadas de manera oportuna como las “comadres” en sus peores acepciones de: alcahuetas, amigas, confidentes, había una mínima esperanza que la Constitución fuese respetada con la convocatoria para la recolección del 20 por ciento del padrón electoral, previa a la realización del revocatorio presidencial. Este cronista recuerda una de las magistrales obras de Shakespeare: “Las alegres comadres de Windsord”.
Era algo así como la crónica de una muerte anunciada, y no podía ser menos. Esas tipas que dirigen el organismo electoral, forman parte de todo el entramado político, jurídico y electoral que fue montado por ese engendro infernal que en vida respondía al nombre de Hugo Chávez, para instaurar en nuestro país una dictadura grotesca y corrupta cuyos resultados han sido el empobrecimiento total de la sociedad venezolana y la incautación de la democracia.
Nicolás Maduro, un hombre descalificado totalmente para gobernar este país, en comandita con los altos oficiales de nuestra otrora gloriosa Fuerza Armada Nacional, buena parte de ellos denunciados por crímenes de lesa humanidad como el narcotráfico y solicitados por la justicia norteamericana, y con los personeros de los principales poderes de la República trapeando la Constitución nacional, no es capaz de someterse a un referendo revocatorio.
Él sabe que su figura es grotesca para la mayoría de los venezolanos. Noventa por ciento de la nación lo rechaza y lo odian por sus calamitosos tres años de gobierno, en los cuales Venezuela ha sido arrasada por su incapacidad para gobernar, y por sus desplantes y burlas al pueblo, como las expresadas a propósito de la bautizada “dieta Maduro”.
Este CNE de hoy, que ha tirado ese balde de agua helada sobre los venezolanos, que solo aspiraban que el CNE respetara la Constitución en su artículo 72, con diferentes actores, es el mismo que actuó con “trampa-rencia” (así lo pronunciaba el inefable rector Carrasquero) para la convocatoria del referendo revocatorio contra Hugo Chávez que se realizó el 15 de agosto del año 2004.
Venezuela toda está indignada, arrecha. El mundo democrático y civilizado no sale del estupor. Esta es una jugarreta de la peor calaña que golpea la moral republicana. El régimen y sus colaboracionistas serán responsables de cuanto pueda suceder con un pueblo indignado y dispuesto a defender su democracia “como sea”.