Las cosas por su nombre

El régimen que nos oprime estratégica y crecientemente, tiene previsto y en desarrollo varios trapos rojos para obstaculizar las elecciones del 6-D de cualquier manera

Con mucha tristeza y satisfacción leí el artículo de Marlon Jiménez García el pasado domingo 6, “¿Harán elecciones los comunistas?”; valientemente publicado en el Diario La Verdad.

Digo con tristeza porque es evidente que todavía existe un grupo de compatriotas que no se dan cuenta de que el propio Fidel Castro se refirió al Socialismo del siglo XXI como comunismo. Así como lo hizo Miquilena, que lo calificó como “comunismo de alpargatas”. Siento satisfacción cuando pareciera que la opinión pública y los que contribuyen a formar esa opinión, progresivamente reconocen al régimen como lo que es. Un apreciado amigo y colega recientemente señalaba que en Venezuela hay un régimen fascista. El fascismo en general ha estado sangrientamente unido al nacionalismo. Las dictaduras fascistas de Pinochet, Franco, Velazco Alvarado, Pérez Jiménez, Odría, Stroessner, Noriega, etc., se caracterizaron fundamentalmente por un nacionalismo no expansivo. Le decía a mi amigo, que por el contrario el comunismo castrista además de ser fascista, se caracteriza por ser un depredador en su política expansionista, como fue el caso de la Unión Soviética, trataron de serlo Corea del Norte y Vietnam del Norte, y en cierto sentido la propia China. 

Consecuencialmente, el régimen que nos oprime estratégica y crecientemente, tiene previsto y en desarrollo varios trapos rojos para obstaculizar las elecciones del 6-D de cualquier manera.  Así por ejemplo, tenemos el caso de la Guayana, el caso de la frontera, manifestaciones progresivamente más violentas de protesta ciudadana, por la inflación devastadora, escasez de productos de primera necesidad, de servicios, de agua, electricidad, etc., etc. Todo esto y mucho más configuran una estrategia efectiva y maquiavélica para defraudar de nuevo a los compatriotas en las programadas elecciones del 6-D.  

Solo una unidad ejemplar de todos los sectores, políticos, económicos, sociales en general, y militares venezolanistas, que respalden y aúpen el voto unánime, podrá, -que Dios lo quiera y nuestra patria lo demande-, volvernos a llevar a una democracia real que, con sus defectos siempre perfectibles en plena libertad, logre asegurar el futuro que todos queremos para nuestra amada Venezuela.

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