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Las doce campanadas de la muerte

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El 31 de diciembre de 2005, Lesdris Roa lanzó a su novia desde el balcón de un apartamento. Lo condenaron a 15 años. Luego de siete años de litigio, la madre de la víctima nos relata en primera persona su tragedia

Desde 12 metros de altura cayó el cuerpo de Kyoko Carolina Okatsu Prato. Su novio Lesdris Yulmar Roa Márquez la mató y luego la lanzó desde la ventana del baño del apartamento 6C del conjunto residencial La Colina, el 31 de diciembre de 2005. En su casa, la familia Okatsu Prato se daba el abrazo de feliz año cuando una llamada terminó con la fiesta y anunció la desgracia. 

Su mamá, Hilda Prato de Okatsu, no olvida detalles. Hace nueve años de la tragedia y hace apenas dos que al asesino lo condenaron a 15 años de prisión por homicidio intencional, desde entonces paga condena en la cárcel de Portuguesa. Quedó demostrado que no fue un suicidio, sino un asesinato.

“Ese hombre es un alcohólico. Esa noche aquí en mi casa bebió whisky, ron, ponche crema, cerveza y hasta tequila. El licor lo vuelve loco. En aquel momento estaba demasiado agresivo y de hecho, ella se va para evitar un problema.

Mi niña pasó toda la noche sentada en el mueble con mi hermano, que tenía 10 años que no pasaba una Navidad con nosotros, y ella lo sacó a bailar. Ese hombre con mi hermano no se metió, pero cuando la invitó a bailar mi sobrino, él se paró y le metió un empujón al muchacho. Yo venía de la cocina con unos pasapalos, ella estaba paradita allí y ese hombre le dice: ‘Tú eres una perra’. Estaba muy agresivo. Entonces mi hijo le dijo: ‘¿Cómo es la vaina?, y empezó a ofrecerle golpes a mi hijo. Ella lo agarró y se lo llevó, para evitar.

Discutieron allá abajo. Una vez ese hermano mío me dijo: ‘Te vas a acordar de mí, Hilda, esa relación va a terminar en una desgracia, mírale los ojos a ese hombre’. 

Eso era horrible, pero el detonante de él era el alcohol y descargó todo eso, toda la rabia que tenía contra ella. Todo fue en mal momento. Esa noche me asomé por el balcón y los vi forcejear allá abajo. 

Yo bajo corriendo con la madrina de Okatsu. Eran como las 11.30 de la noche, él prende el carro y yo le toco el vidrio, él lo baja y ella estaba llorando y me dijo: ‘Mami, quédese tranquila que vamos a hablar’, y se fueron.

Estaba sirviendo la cena y suena el teléfono. No llamó él, sino que puso a una señora a que nos llamaran, y me dicen que mi hija estaba herida. Salí de esa cocina volando y nos fuimos mi esposo, mi hermano y otro sobrino, cuando llegamos allá eso era horrible. Ya estaban allí los Bomberos, la Policía, estaba cercado el lugar y él allí, encima de ella, como si nada, ni una lágrima. Mi hermano lo tuvo que levantar. Luego él se fue, tenía solo los pantalones, no tenía ni camisa ni zapatos. Salió corriendo. A los dos días apareció.

En una primera oportunidad a él lo declaran inocente por los escabinos. La jueza estaba segura de que era culpable, pero no pudo hacer nada porque eran dos votos en contra de ella. Luego cuando eliminan a los escabinos, fuimos a otro juicio y gracias a Dios lo condenaron a 15 años.

A nosotros no nos gustaba para nada ese hombre. Era 12 años mayor que ella. Tenía 23 años cuando la mató, acabaditos de cumplir.

En 2013 fuimos a la reconstrucción de los hechos. Allí se determinó que era imposible que ella se hubiese lanzado. Con un jean apretado y unas sandalias, ¿cómo se subía allí?.

Un muchacho se ofreció a declarar. Nos dijo que él la llevaba a empujones. Mi hija era una mujer tan hermosa, era bella. Subieron y dijo que como a los 25 minutos oyó aquel estruendo de vidrios, se miraron a la cara y salieron corriendo. Él primero tiró los vidrios y después la tiró a ella. Como venía cayó. Ella no se impulsó, no hubo gritos ni nada.

Él nunca declaró. A la jueza la señaló con el dedo y como un loco le dijo: ‘Usted sabe que yo soy inocente’.

Nunca me dijo que la había golpeado. La exhumamos al mes de su muerte, por orden del tribunal y tenía todos los golpes que él le dio ese día y los que le dio 24 y 48 horas antes. El problema era que ella no hablaba, no decía nada. Nunca hubiese podido deshacerse de él. Ella todo lo resolvía sola y esa noche no pudo con la fuerza de ese hombre. Cuando la lanzó ya estaba muerta”.

El experto

“Las relaciones con celópatas pudieran terminar de manera trágica”

La celopatía, por lo general, pudiera estar iniciada en la estructura familiar, es decir, bajo patrones sociales donde los padres mantienen un apego inseguro, hoy están y mañana quizá no. Cuando pasan a ser adolescentes y luego adultos comienzan a tener relaciones afectivas propias bajo patrones donde sienten que todas las personas que llegan a sus vidas en vez de beneficiarlas y que llegan es para afectarlos. En esto pudiera desencadenarse un trastorno de personalidad de tipo paranoide. La explicación corresponde a Gabriela Urdaneta, psicóloga y maestrante de la Universidad Rafael Urdaneta. 

“Si esto viene acompañado de síntomas orgánicos o alguna condición de un trastorno de personalidad de tipo paranoide, pudiera entonces agravar el cuadro”. 

En las relaciones no respetan que sus parejas tengan individualidad y prefieren estar con quienes sean codependientes. “Buscan a estas personas que por lo general son llamativas, para reforzar la teoría de que le son infieles. Las relaciones con celópatas pudieran terminar de manera trágica, porque o terminan siendo las parejas maltratadas o llegan hasta la muerte sin medir consecuencia. Pueden presentarse, como que la culpa no es de ellos, sino que responsabilizan al otro por la falta. Al punto, inclusive, de poder idear una historia que refuerce su falsa creencia”. 

En la existencia de un trastorno de la personalidad se dan los factores: el patrón de conducta debe ser persistente, estable en el tiempo y de larga duración; su inicio debe remontarse, al menos, a la adolescencia o al principio de la edad adulta; sospecha sin base suficiente de que los demás se van a aprovechar de ellos, les van a hacer daño o les van a engañar. Albergan rencores durante mucho tiempo, por ejemplo no olvidan insultos, injurias o desprecios y los utiliza como recursos para maltratar y mantener la sospecha repetida e injustificada de que su cónyuge o pareja es infiel”.

La sandalia equivocada

La ventana por donde Lesdris Roa lanzó a Kyoko Okatsu medía 90 por 50. En el expediente se lee que los expertos declararon que “al observar la ventana, la altura en la cual se encontraba, la vestimenta de la víctima (jean ajustado) y la posición de la sandalia en la ventana, se concluye que es imposible trepar y llegar a la ventana, lanzarse y que la sandalia quedara en esa posición. Por lo cual la lógica indica que el sitio del suceso fue modificado, y en presente caso por el acusado que era la única persona que se encontraba en el lugar”.

Hilda de Okatsu contó: “Ese hombre, el día que mató a mi hija puso una sandalia en la ventana y esa sandalia que debía corresponder al pie izquierdo, era del pie derecho. A la ventana le faltaban cinco vidrios. ¿Tú crees que una persona que se va a lanzar quita primero cinco vidrios? ¿Con sandalias y todo?”.

La Policía científica declaró que Kyoko tenía “múltiples lesiones y muchas de ellas las recibió antes de morir. Es probable que se desmayara y fue cuando la lanzó, colocó la papelera y la sandalia”. 

Agresivo, desconfiado, inseguro

Kyoko Okatsu había llevado a Lesdris Roa a un psiquiatra para que lo atendiera. En la funeraria la doctora le dijo a los padres de la muchacha: “No saben cuántas veces yo le dije a Kyoko que ese hombre la podía matar en cualquier momento”. 

En el tribunal la psiquiatra forense y la psicóloga forense declararon sobre las características de la personalidad de Roa. En el expediente se lee: “Situación esta que provocó celos en el acusado, por ende desencadenó un comportamiento agresivo que no logró controlar en virtud que el mismo es una persona desconfiada, temerosa, insegura, con poco control de sus impulsos, sensible ante las críticas, y no mide sus impulsos al momento de actuar, por lo que es capaz de cometer un delito, motivado en su falta de confianza y control sobre las situaciones, tal y como quedó demostrado”. 

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