Cuando
¿A qué viene ese recuerdo infantil?, pues bien, a una expresión que le escuché al director de Hinterlaces en el foro que el diario Panorama realizó el día miércoles en el Lía Bermúdez. Oscar Schemel, dijo que en Venezuela en los últimos 15 años gobernaba la palabra, cosa con la que en principio estoy de acuerdo, aunque la conclusión a la que llega Schemel es equívoca; pero en él se justifica, porque de lo contrario no puede justificar la pretensión hegemónica del chavismo; pero eso es otra cosa de la que no voy hablar ahora.
Pero es cierto, ese último recurso de la democracia como es la palabra, se ha convertido en el régimen chavista, en el primer y ultimo recurso de la negación del otro, de la repulsa del otro, de la eliminación del otro, de joder al otro (para hacerle justicia a Mamita, quien me nutrió en mi primera infancia de todas las insolencia que sé y que no pude olvidar nunca). Así que con Chávez y con Maduro, pero también con Rodríguez, Ameliach, Valera, Daza, Farías y otros, el insulto y lo escatológico en una de sus acepciones, se hizo fundamental para entablar la no comunicación con una parte del país, a quien se le llamó de cualquier manera.
El insulto como manera de comunicarse para no dialogar, se convirtió en la manera de hacer política por parte del chavismo en un principio de la nomenclatura. A partir de allí, he decidido elaborar un proyecto que estoy a medio hacer y que tiene por centro el análisis de los mensajes, que el pueblo chavista envía a los programas de opinión que él califica como de oposición.
1.- El mensaje que tiene la intención de rebatir al comentario político que se da en esos programas, he aquí un ejemplo: “ Mira, mal…, hijo de p…, eso que dices es un disparate, porque el socialismo ha sido un éxito en todas partes solo que siempre ha habido m…. hijos de p…. Y c…de m… como tu”.
2.- El mensaje que se descalifica al presentador del programa, que se produce cuando no se les lee el mensaje por la cantidad de improperios que hay en ellos, por ejemplo: “ Lean el mensajes, maricones, h… de p…., escuálidos h… de p…. (aquí la p no significa lo mismo que en la primera versión, pues lo interesante del chavista es que no repite el insulto en la misma frase)”. Otro ejemplo de un mensaje tenebroso es aquel que dice: “ tengo amigos pranes en la cárcel y les voy a pedir que te jodan”. En fin, ciertamente las palabras no siempre son las que nos gobiernan y relacionan