Maduro
La revolución se desmorona, le cayó comején, un híbrido que llaman “el roji-verde”. La plaga original vino de Cuba, era roja, la trajo el difunto para atacar las bases democráticas de la República, apenas llegar la introdujo en el Fuerte Tiuna, la cruzó con la verde y resultó el comején “come patria”, es barrigón, el pecho es rojo y las patas verde oliva.
En febrero pasado el régimen formó una alharaca con una operación que denominó: “Ataque al Gorgojo”, Maduro desplegó su artillería: cadenas, prensa, fotógrafos, televisión, el show montado, al final quedó la bulla, las fotos y 55 detenidos, el Gobierno lo presentó con “bombos y platillos” como el gran plan para combatir la corrupción en el sector alimentario. Lo hizo de manera rimbombante para convertir en acontecimiento, lo que debería ser normal en un país serio y víctima de la peor escasez de alimentos de toda su historia.
Maduro quiso distraernos, no es el gorgojo lo que ha destruido a Venezuela, es el “comején revolucionario”, voraz, insaciable, el que se come y roba todo. Por supuesto teniendo cuidado con el medio acuático, porque es indisoluble en el agua, pero como ahora esta no llega a las casas, hay menos riesgo de contaminarla. El problema de Maduro es que el comején deshizo lentamente su proyecto, se comió su fuerza moral, desmoronó lo que quedaba. Las cosas físicas se desmoronan por la acción de los elementos, como una torre de piedra caliza que se derrumba porque el agua desbarató sus bases.
En su desesperación, Maduro y el nido de termitas que lo rodean, se deshacen en declaraciones cínicas, irresponsables, poco creíbles y propias del que carece de principios, sosteniendo todo lo contrario de lo que hicieron. Con su cara de canalla declara que el Gobierno está creando un nuevo modelo económico que atraerá la inversión privada, nacional y extranjera y agrega con cara de yo no fui, “debemos olvidarnos del chorro petrolero”.
En lo que sí coincidimos con él, es que debemos olvidarnos del chorro petrolero, pues claro si destruyeron PDVSA, no hubo mantenimiento de los pozos que terminaron secándose, descuidaron refinerías e instalaciones que entre incendios y explosiones redujeron su producción a la mitad, si a eso le sumas todo lo que robaron y lo que regalaron, pues sí amigo acabaron el chorro. Si tuviera principios Maduro en lugar de comprensión, lo que debería hacer es pedir perdón.
La realidad es dura y lo que viene será peor, Ramón Muchacho, valiente alcalde de Chacao, lo dijo claro, no hay suficiente comida para los venezolanos y la poca que hay “no será distribuida equitativamente, pues dependerá de factores básicos como el dinero y la fuerza”.
“Comerán quienes puedan pagar la comida a precios de socialismo-salvaje. Precios que son elevados porque no son productos de la oferta y la demanda ni de la libre competencia. Son productos de los controles, de las restricciones, de la escasez, de los mercados negros y de la especulación”.
Esa es la obra del comején chavista, conocido por su infamia y su voracidad, en 16 años destruyó Venezuela. Pobre patria nuestra, la de la tierra arrasada, devorada por sus hijos traidores y por aquellos de uniforme que juraron defenderla.