jueves, enero 9, 2025
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Lecciones de un diálogo

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Siempre los negociadores deben recordar a quién están representando. Esto no siempre es fácil, cuando hay multiplicidad de factores e intereses que están en la misma mesa

No fueron suaves ni comedidas las críticas que han recaído sobre la MUD con relación a su papel y avances en el diálogo con el régimen de Maduro. Está de más insistir en las razones –que comparto en su gran mayoría – de esta crítica. Ahora corresponde retomar las lecciones de este proceso y enmendar lo que se pueda para recuperar la necesaria unidad de las fuerzas de oposición. 

Como una sana contribución, aporto algunas observaciones. 

Los procesos de diálogo y negociación política son complejos y lentos. Ninguna de las partes puede generar falsas expectativas, resultados inmediatos y tangibles. De hacerlo, corren el grave riesgo de ver mermado sus bases de apoyo y legitimidad para el proceso mismo. 

El diálogo y la negociación requiere de la participación de profesionales en esa materia, no necesariamente de políticos. Hay que recordar que hay técnicas, métodos, procedimientos que se han estudiado recientemente por los mejores centros de educación del mundo para asegurarse negociaciones efectivas y acuerdos duraderos que se puedan cumplir y exigir a la otra parte. 

Ninguna contraparte es pequeña ni débil, aun cuando lo veamos en el suelo.  Al “otro” hay que conocerlo muy bien. Sus deseos, sus aspiraciones, sus motivaciones y propósitos. Los negociadores, por tácticas, se pueden disfrazar de mansos corderos para distraer y generar confianza en su adversario. La ingenuidad, se paga muy caro en toda negociación. 

Los negociadores siempre deben ir al proceso con la finalidad de llegar a un acuerdo que les favorezca, pero deben tener un BATNA (Best Alternative to a Negotiated Agreement) o un MAAN (Mejor Alternativa a un Acuerdo Negociado). Eso significa que, si no hay un acuerdo, la parte siempre tiene una alternativa o un rumbo de acción. Lo peor es ir a un diálogo con la sola esperanza de conseguir un acuerdo y no tener una alternativa, una opción o un plan de acción bajo la manga para el caso que el acuerdo no se logre. 

Siempre los negociadores deben recordar a quién están representando. Esto no siempre es fácil, cuando hay multiplicidad de factores e intereses que están en la misma mesa. Partidos políticos individuales, cada uno con intereses diferentes, sociedad civil, la MUD como instancia de coordinación, etc. El acuerdo que favorece a un sector puede ser desfavorable a los intereses del otro. 

Para los interesados en aportar ideas a este complejo proceso, sin renunciar a las críticas constructivas, recomiendo la lectura de la entrevista al Padre Luis Ugalde, “No hay que entregar nada de lo que esteé en la Constitución”; las dos entrevistas realizadas por Elvia Gómez a Diego Bautista Urbaneja en konzapata.com y el artículo de Jesús Chúo Torrealba publicado el domingo 20, “¿Quiénes son los que de verdad le están dando oxígeno a la MUD?”  Y comencemos a sacar nuestras propias conclusiones, en un espíritu constructivo. 

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