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Poco le faltó al juicio de Leopoldo López, incoado el día 10-10-2015, para ser un juicio sumario, las manos sangrientas de J. Stalin, de Ho Chi Minh, Fidel Castro, Kim Jon; hubieran decidido una ejecución física. La suerte del “privado de libertad” es que aun en los tiempos de crisis vivida en Venezuela, todavía queda un vestigio legal en el uso de nuestro código penal. Leopoldo sigue encerrado, pero políticamente sigue vigente para dolor de sus perversos adversarios.
En el fallo de la jueza Susana Barreiro del Tribunal 28° de Juicio contra Leopoldo López, se conoció la poca probidad y autonomía del Tribunal. Ante esta situación, Leopoldo, conocedor de la inminente posibilidad de culparle expresó lo siguiente: "Si me condena, le va a dar más miedo a usted leer la sentencia que a mi escucharla. Está todo en sus manos"
Y así fue; Léster Toledo, dijo a CNN en Español que, a la jueza Barreiro le temblaban las manos y la voz cuando leyó su veredicto de 40 páginas.
La educación académica y política de Leopoldo, no es del espíritu audaz que tienen algunos actores del mundo político contemporáneo. Sin embargo, aun cuando hubiera emulado a uno de los principales mentores, protagonistas, de estos procedimientos judiciales ej. Fidel Castro, quien sí tuvo la audacia de autodefenderse en 1953 -entonces licenciado en Derecho Civil- ante un Tribunal en Cuba, por el asalto del cuartel Moncada y Manuel de Céspedes el 26 de julio del mismo año y decir lo siguiente: “La historia me absolverá”.
Afirmando que le juzgaban por ejercer un derecho e invitar a ejercerle al pueblo, tratando de acabar con un régimen -supuestamente felón- lo cual constituyó su principal alegato de autodefensa, además de un texto que resumía los problemas fundamentales que padecía su pueblo: el de la tierra, de la industrialización, de la vivienda, el problema del desempleo, el problema de la educación y el problema de la salud.
Fidel, denunciaba ante el Tribunal las carencias del pueblo que debían resolverse. Ese también era el espíritu de Leopoldo cuando decide presidir la manifestación de febrero del 2014. La diferencia entre ambos casos es que el juicio de Fidel fue incoado por un Tribunal imparcial y probo, con una sensibilidad nacionalista sin enajenación. El de Leopoldo fue un juicio viciado, incoado mediante un Tribunal adepto y manejado por el Poder Ejecutivo y el partido que le apoya.