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El 4 de mayo de 2017 está tatuado con tinta indeleble en la historia de la familia Salón.
Esa tarde soleada había una protesta en la Universidad Nacional Experimental Politécnico y en varias zonas de Barquisimeto. Katiuska Salón, una estudiante de 19 años, salió de su casa cerca de las 3:00 de la tarde. Iba bien vestida porque tenía una exposición en la Escuela de Derecho de la Universidad Fermín Toro, donde estudia con su hermana Valeria y su cuñada Lisbeth Gámez, pero antes debía llevarle dos botellas de agua a un amigo de la Unexpo.
Comió algo en una panadería ubicada en la avenida Rotaria y caminó un par de cuadras, pero al ver muchos motorizados en la zona decidió devolverse hasta el carro. Ya cerca, tres mujeres la cercaron y amenazaron con un punzón, ordenándole que abriera el automóvil.
Katiuska se negó y comenzaron a discutir. Una de las mujeres le preguntó qué hacía y, cuando ella le respondió que era estudiante de ciencias políticas y derecho, aquella le insistió en que abriera el carro. Ante la negativa de la chica, la insultaron y golpearon, diciéndole que la iban a matar, que la iban a meter presa.
Dentro del carro, continuaron golpeándola y amenazándola con el punzón. Katiuska pensaba que se trataba de un secuestro, hasta que la llevaron a un tráiler de la Guardia Nacional Bolivariana, en la calle 60 con carrera 15, cerca de la casa del Polo Patriótico de la capital del estado Lara y, entre empujones, la pusieron frente a un guardia.
–¡Aquí te traemos a otra!
En ese momento, entendió que estaba detenida.
Katiuska estuvo 23 días en la cárcel y tras conseguir una medida sustitutiva de libertad por una condición médica, pudo volver a casa. Mientras tanto su familia está luchando por su libertad plena.
En todo ese tiempo, Lisbeth jamás se cansó de esperar.
La crónica de esta historia fue escrita por Adriana Luicas y puede leerla completa en www.lavidadenos.com