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Los vecinos del sector Ciudad Perdida, parroquia San Isidro, en el oeste de Maracaibo, escucharon tres disparos y al amanecer se toparon con un cuerpo en plena trilla, baleado y sin vida. En la arena habían tres casquillos de bala percutidos. En el hombro derecho se le notaba una de las heridas.
Quienes escucharon los disparos solo se resguardaron más por temor a represaria de quien los realizaba. La Policía no encontró mayores testimonios sobre el homicidio, pero si encontraron en la arena un rastro que indicaba que el cuerpo fue arrastrado. Los habitantes no reconocieron a la víctima y ninguna parte de su cuerpo hallaron una identificación.
El occiso tenia un tigre tatuado en la pierna derecha. Estaba sin franela, bermuda de jean con cinturón negro y calzado deportivo blanco. Su tez era blanca y el cabello castaño corto. A un costado quedó un trozo de tela con el que los funcionarios presumen que lo amarraron para llevarlo a la trilla.
Presumen que logró zafarse y en ese momento balearon por la espalda. A escasos metros quedó una chemise naranja y un suéter azul marino con letras amarillas. Los efectivos de la unidad forense levantaron el cuerpo ante la mirada de una decena de curiosos y lo montaron en la furgoneta forense para ser trasladado hasta la morgue de LUZ.