Cuando
Boca abajo y con el cuello cercenado permanecía, ayer a las 6.30 de la mañana, el cadáver de un joven, cuya identidad se desconoce, en la avenida 53 con calle 20 del sector El Taparo, parroquia El Bajo del municipio San Francisco. La sangre que emanaba de la abertura provocada por el arma punzo penetrante empapó el suelo arenoso.
Cuando la furgoneta de la morgue acompañada por los detectives del Eje de Homicidios de la Policía científica arribó a la zona, apartaron a los curiosos que se aglomeraban en las esquinas. La prioridad era levantar el cadáver y realizar las primeras pesquisas.
Los vecinos observaban con atención los tatuajes que tenía el occiso en la espalda, el muslo derecho y el abdomen. Estrellas y flores manchadas de sangre resplandecían en medio del botadero de basura.
Separar la maleza, desperdicios de comida, cajas de cigarrillos vacías, pañales desechables, botellas plásticas de refrescos, representó un reto para los auxiliares de autopsia. Alterar la escena del crimen no era la opción.
Mientras los detectives fotografiaban las huellas de zapatos y los rastros de sangre que impregnaban el short negro con rayas amarillas en los laterales y el suéter celeste que yacía a un metro de distancia del cadáver, los habitantes del sector comentaban entre sí que el muchacho no residía en la zona, “nunca lo habían visto antes”.
Hipótesis
María Delgado, habitante del sector, aseguró no haber escuchado ningún forcejeo, gritos, ni detonaciones. Presume que unos delincuentes sorprendieron al infortunado mientras caminaba por la trilla, agarraron un pico de botella y lo degollaron.