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El ajuste económico continúa en Venezuela, aunque errático y tratando sus promotores que pase desapercibido, lo cierto es que hay suficientes elementos para afirmar esto. El incremento de precios de bienes, vía métodos que se encuentran en una zona gris entre la legalidad y la ilegalidad, es una prueba de ello; como también lo es el ajuste “salvaje” de las tarifas de los servicios de telecomunicaciones. El intento de endeudamiento del BCV, también violentando el marco legal, es otra evidencia de un plan de ajuste económico en marcha, aplicado bruscamente.
En este punto, una pregunta natural sería, ¿qué otros elementos acompañarán este ajuste? El siguiente paso será (o debería ser en circunstancias normales) la venta de activos públicos, esto a los fines de generar las divisas necesarias para aminorar el impacto negativo del ajuste de precios. Es en este punto en el que la administración civil actual no pudo seguir avanzando por temor a traicionar a la boca base política que le queda, y es quizás esta una de las razones por las que el mando ha sido entregado a las Fuerzas Armadas, caracterizada por ser más pragmática (también en teoría).
Por las primeras acciones, al parecer las Fuerzas Armadas también está entrampada en una enredadera ideológica que no le permite vislumbrar el camino a seguir, que sin duda no es por el regreso a la siembra en los conucos. Sin embargo, la realidad la golpeará con fuerza, y solo así tal vez se atreva a aplicar los correctivos necesarios. La mala noticia es que estos serán duros, y las opciones para poder avanzar con ellos cada día se van reduciendo, quedando como el escenario de mayor probabilidad la represión de una población desesperada.
Aún con el trauma generado a la población del país, hasta el momento no es acertado decir que lo más difícil ya pasó. Una leve sensación de mejora, producto de ver algunos productos en los anaqueles, es un síntoma del desespero al que se ha llegado, en el que cualquier cambio, por muy pequeño que sea, despierta una nueva esperanza. Lo cierto es que aún hay un duro camino por recorrer, el cual manejado por verdaderos expertos en la materia puede lograr que Venezuela salga adelante del presente atolladero histórico de la forma menos traumática posible.
Uno de los aspectos resaltantes de la coyuntura actual es que al Gobierno le ha tocado asumir el costo político de sus errores. A partir de ahí, hoy sería importante insistir en que desde el Gobierno se presente una hoja de ruta para la salida de la crisis actual, un conjunto de pasos claros que, aunque dolorosos, permitan saber la dirección que lleva el país. Pero lamentablemente los caminos se han ido cerrando, y al parecer efectivamente la única salida es un cambio de Gobierno (o un cambio sustancial de su dirección).