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A la ANC, calificada de fraudulenta por la oposición democrática venezolana y desconocida por la mayor parte de las democracias de Norteamérica, Europa y el continente americano, por haber sido promovida y electa fuera de la Constitución de la República, solo le faltaría instaurar la guillotina para parecerse a la llamada época del terror de la revolución francesa.
La revolución francesa lo único bueno que tuvo, a nuestro parecer, fue que acabó con la monarquía, porque los lemas de la igualdad, legalidad y fraternidad que pregonaban, no fueron más que expresiones simpáticas y bonitas para cautivar al pueblo francés. En realidad no hubo ni igualdad, ni fraternidad, ni legalidad, sino guillotina a tiempo completo de la cual no se salvaron ni siquiera unos cuantos jerarcas de la revolución.
La Ley contra el odio, promovida por Nicolás Maduro, pretende enjuiciar y llevar a la cárcel a políticos de la oposición, por delitos de instigación al odio y traición a la patria, responsabilizándolos de las muertes ocurridas durante la jornada de protestas iniciadas en el mes de abril. A veces pienso que Maduro, cuando se le metió en la cabeza su “novedosa” propuesta de Ley contra el odio, se encontraba parado frente al espejo y se le volvió a aparecer Hugo Chávez, en cuerpo y alma, cuando destilaba su odio contra los adecos y amenazó con freír sus cabezas en aceite hirviendo.
También lo escuchó en su aparición fantasmal llamar escuálidos, pitiyanquis, lacayos del imperio, arrastrados, imbéciles y demás calificativos crueles a los opositores de su gobierno. Lo vio calificar a los miembros de la CEV y prelados de otros países, como demonios con sotana, vagabundos, cotorras del imperio, estúpidos, y cuando le aseguró al cardenal Ignacio Velazco, quien se encontraba en capilla ardiente, que lo vería en el infierno. Ese sí era odio del bueno, igual que el gas que le ordenó rociar a los estudiantes cuando salieran a manifestar.
Pero también se reescuchó él mismo con sus improperios a los venezolanos que se le oponen, que son la mayoría del país, sus ofensas, llamar coño ‘e madre a Henry Ramos Allup, en cadena nacional de radio y televisión y en horario restringido, ofender a gobernadores y alcaldes de oposición.
En verdad que estoy convencido que esos comunistas que usurpan a la AN, que no creen ni en Dios ni en nada, pero simulan ser cristianos, con qué gusto impusieran la guillotina si los tiempos se los permitieran. Las ganas les sobran.