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“La leche no existe en los supermercados. Existe sí en Las Pulgas”. Suelta a decir Maritza Romero, ama de casa de 58 años de edad, a la salida de una cadena privada donde desaparecieron los rubros con precios controlados. “Lo único que está llegando regulado es la harina PAN”. Producto de preferencia para hacer las arepas y con demanda en la mayoría de los hogares venezolanos.
El precio del kilo de harina de maíz precocida está en Bs. 190, es el más barato comparado con el resto de los productos que tiene fijación de “precio justo”. El kilo de azúcar ronda los 386 bolívares, el pollo está a mil 390 bolívares, la carne está por encima de dos mil bolívares, el litro de leche líquida supera los mil 800 bolívares, el medio kilo de pasta -el más vendido en los establecimientos- trepa a Bs. 780, pese a que aún no están publicados en providencia de la SUNDDE.
“El arroz no lo podremos comer. Un kilo del dorado lo vendieron el sábado a mil 400 bolívares”, vocifera Romero al recordar cómo las tiendas, además, condicionan las compras de alimentos básicos. “Por un arroz tienes que llevar verduras o refresco y a veces no tenemos para pagar más”. Cuestiona la escasez de la presentación del cereal a precio de 120 bolívares “que ni se ve en los súper”.
En la providencia del 23 de mayo, la SUNDDE publicó el ajuste de precio de la harina de maíz blanco y amarillo, vigente hasta ahora. A diferencia del arroz que escaló tras meses de estar a Bs. 25; y de la azúcar que recibió incrementos seguidos en un año al saltar de 26,57 a 76 bolívares. En agosto aumentó a Bs. 386, sin providencia publicada.
“Y si vemos los precios de la mayonesa y margarina es para llorar. Todo aumentó y no hay dónde ir a reclamar. La SUNDDE no hace nada. No hay a dónde ir y que te escuche, te ayuden”, critica Romero relatando cómo los incrementos en los artículos de aseo personal azotan el bolsillo de las familias “que no tienen cómo comprar tan caro”.
El champú llegó a dos mil 563 bolívares a los anaqueles de las redes. Su exhibición está sin notificación de providencia. La última conocida y publicada se ordenó en agosto de 2014, en la que indica el envase de mil centímetros cúbicos a Bs. 82,40. Maritza Romero considera que hay desbordamiento de precios: “una liberación que deja hambre” al compararlos. Desestima adquirir artículos de aseo personal. “Uno puede estar con la cabeza podrida pero con el estómago no”.
José Quintero, jubilado de 66 años, coincide con abastecerse primero de alimentos que detergente o champú. “los precios ya no son regulados. Así no se puede comprar. Haces una cola por un productos caro” destaca mientras se forma para lograr un kilo de azúcar.