Ella
“Yo nací en Maracaibo, exactamente donde está el Monumento de la Virgen de Chiquinquirá. Mis padres vivían dos casas después de donde hubo el Milagro de la Renovación de la Virgen con mi abuela paterna y unos tíos. Mi hermana, Maritza y yo nacimos en el mismo año, 1945, ella nació en febrero y yo en diciembre. Fernando nació al siguiente año”.
Así comienza la historia de quien dedica desde hace más de cincuenta años sus días y noches al periodismo y a la cultura. Entre su perrita Lola (que falleció hace poco) y su hija mayor Carla, se cruzó de piernas y contó sus vivencias personales y profesionales.
“La circunstancia de ser segunda hija y de que mi hermana naciera con labio leporino me marcaron mucho. Yo me acostumbré a hacerme todo, a ser independiente. Siempre estuve en el medio y sola. Mi hermana a causa de su problema tenía que ser más atendida. Mis padres estuvieron con ella un año en Estados Unidos y fue ahí que me vinculé con El Empedrao, con una relación muy cercana con mi tía Rosa y desarraigada de mi casa. Todo eso tuvo una altísima influencia sobre mí. El único recuerdo que tengo de mi infancia es ese”.
De pequeña fue muy andariega y curiosa. Se “encaramaba” en los apamates a los tres años. “Hacía cosas que no hacían mis hermanos. Me subía en un palomar, agarraba una paloma la metía en la hamaca y la mecía (risas)”.
Sus raíces
Carlos Guillermo Nava y Josefa María Oquendo, sus padres, fueron novios desde los 12 años. Luego de 13 años de amores, se casaron. “Mi mamá tenía por mi papá una especie de idolatría. Vivió para él. Papá era blanco de ojos azules y pelo negro, muy bello. Mamá era morena y bella de cara, una mujer excepcional. Cumplieron 25 años de casados y papá se fue con otra. Mamá murió en vida, no tenía razón de vivir”.
Marlene Nava camina por la sala de su casa, que ahora es un museo, mira fotos, recuerda y cuenta. “Yo me parezco mucho a mamá en el carácter, en la personalidad, en la forma de tratar a la gente, era generosa, solidaria y le gustaba hacer el bien. En lo intelectual me parezco a papá. Él leía mucho, esa era una característica de los profesionales de la época, tenían siempre una formación humanística bien marcada. Yo estuve muy cercana a él siempre. Mis regalos eran libros, música o viajes. Ese tipo de cosas me estimuló mucho. Papá era un libre pensador y mamá, una cristiana apegada a su doctrina y que la vivía”.
Andariega
Los primeros estudios de Marlene Nava los hizo en el colegio de las monjas lourdistas. Comenzó a los tres años en el kínder y posteriormente pasó al colegio Sucre. Estudió tres años en Estados Unidos haciendo high school. “Eso fue la tapa del frasco de lo que soy”. Luego de regreso a Maracaibo estudió el final del bachillerato en el colegio Alemán y egresó en Ciencias. “Decidí que estudiaría Letras. Mi pasión, mi vida entera son los libros. Donde quiera ando danzando con un libro, además que desde los 12 años hago poemas”.
El periodismo, su pasión
Marlene luego toma la decisión de cambiarse de Letras para Periodismo “por la fulana materia Lógica”. Ignacio De La Cruz y Sergio Antillano fueron un gran estímulo para ella y le hicieron ver que era una escritora, que tenía habilidades y que solo debía dedicarse a pulir esas cosas para hacer lo que quisiera.
De La Cruz y Antillano daban las materias prácticas del Periodismo, una formación integral básica. “Ignacio era un poeta, lleno de humildad, solidario, él tenía la casa abierta para los estudiantes. A Sergio, el ´ciudadano del mundo´, le cabía el universo en el alma, un poco como mi papá, un libre pensador, su conversación era un encanto, te enamorabas, nadie quería que se terminara la clase. Él te aportaba muchas cosas, hacía mucho énfasis en el trabajo reporteril. Ahora entiendo que esa es la base del periodismo. Si no has sido reportero, muy difícilmente puedes desarrollarte como periodista. Antillano tenía la capacidad para capturar la esencia de la gente, sus debilidades, él los fortalecía. Él decía que yo era un querubín en una tigrera”.
Las vivencias
“¡Qué no he hecho yo!”, se ríe a carcajadas. Plena, feliz, sus ojos verde esmeralda reflejan aún la energía de la experiencia, la fuerza del género, la mentalidad de una mujer avocada a la buena pluma. Recuerda sus experiencias laborales. “En Crítica podías hacer lo que quisieras. Comencé a hacer trabajos especiales para publicarlos en las páginas centrales. Recién graduada me enviaban al aeropuerto -yo no sé si en los periódicos están haciendo eso pero para los principiantes es una maravilla porque no sabes quién va a llegar- te enriqueces mucho y conoces a mucha gente. También me metí escondida a la cárcel de mujeres por 15 días, tomé fotos y todo (risas). Antes se lograban exclusivas eso se llamaba tubazo, ahora no lo hay. También entrevisté a Jacques Cousteau y Marcel Marsoul”.
“Cada medio ha sido una experiencia muy enriquecedora porque he paseado por todos los géneros periodísticos y por todos los trabajos. Crecí profesionalmente a la par de la parte operativa. Yo viví todo ese proceso y pasé por todos los medios que usaron métodos nuevos, eso me da otra perspectiva y la forma de hacerlo, eso también me permitió atreverme a hacer cosas como La Web del Zulia, que por cierto es la tesis de grado de mi hijo, David. La web se creó con el afán de promover los valores regionales bajo todo punto de vista. ¿Tú sabes cuántos archivos tengo yo del Zulia? Dos mil 500. Y eso no se debe perder”.
La cultura, su amor
La cronista de Santa Lucía cuenta que El Nacional de Occidente fue el primer medio que creó la fuente de Cultura. “Estaba en Los Haticos, casi al final. Un hermoso edificio. Desde el punto de vista técnico era un proceso de avanzada. Fuimos los primeros en utilizar computadoras. Miguel Otero Silva, nuestro tutor; Ciro Urdaneta Bravo, jefe de información, el detalle de la observación. Ellos junto a Ignacio De La Cruz, Sergio Antillano, Gastón Parra, Alberto Toledo y Tito Balza me dieron la energía, la fuerza. Pude usar la palabra a mi antojo, usarla para los fines que yo quería conseguir”.
También se desempeñó en La Columna como jefa de redacción. “Se le daba importancia al trabajo de cultura. Fue el único periódico que entendió el alma de Maracaibo. En la Secretaria de Cultura de la Gobernación del estado Zulia, en el período de Manuel Rosales, diseñé programas para fomentar la cultura regional y se hicieron jornadas de la zulianidad. El regionalismo si existe pero es una cosa muy emocional y visceral. Entonces debe ser de corazón pero con conocimiento de causa. En la Biblioteca Pública me permitieron hacer esos programas. Ese mismo programa lo tengo yo desarrollado para impartirlo en los colegios”.
Gunther, el amor de su vida
“Yo fui a cubrir una exposición, él se había ganado el premio de la Primera Bienal de Artes Plásticas, aquel catire que está allá a mí me pareció tan hermoso, bello, un ángel. Yo te quiero entrevistar, le dije. ´Tus lindos ojos me matan´, me dijo. Mi amor y nos empatamos al otro día. De la entrevista salimos para el concierto de la Sinfónica y para una muestra de arte. Nos casamos a los dos meses. Caminando por el Paseo Ciencias me dijo: ´Vamos a casarnos pero yo no tengo nada que darte´. ¡Ay a mí no me importa eso! Y nos casamos allá en el Chiquinquirá. Todo el mundo decía que no íbamos a durar…Y duramos 39 años.
Con una aneurisma cerebral superada, dos hijos: Carla y David, una web, su eterno amor por la cultura, el periodismo y el museo de Gunther, Marlene Nava a sus 72 años, es la protagonista de un corto de la Feda, donde “la historia casualmente tiene un gran parecido con la de ella”. “Ahora falta la película”, dice entre risas.
PERFIL
Nombre: Marlene Beatriz Nava Oquendo.
Nació: Maracaibo, Zulia.
Profesión: Es la actual secretaria de la Academia de Historia del estado Zulia, corporación en la que ocupa el Sillón Número XII como Individuo de Número. Periodista egresada de la Universidad del Zulia. Ejerció su oficio en los diarios: Crítica, El Nacional, El Zuliano y La Columna. Tiene en su haber 18 premios de periodismo y uno de literatura. La Alcaldía de Maracaibo creó el año pasado el premio de Periodismo Cultural que lleva su nombre. Es presidenta y creadora de la Casa Gunther Museo, un centro comunitario para la divulgación de los valores patrimoniales regionales y, en la actualidad produce y dirige lawebdelzulia.com.
AMOR ETERNO
Maritza y yo no nos separamos jamás, lo hicimos el día que murió. Yo me casé y siguió viviendo conmigo. Ella fue una persona muy influyente en mi vida, a pesar de que éramos como la leche y el café; ella era seria, estricta, la formalidad hecha gente. Maritza asumió el papel de mamá: me regañaba, perseguía, cuidaba, protegía (risas)”.