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Desde 1944, cuando se empezó a celebrar el Día Internacional de la Mujer en Venezuela, la lucha por nuestros derechos sociales y una equidad se ha intensificado.
A lo largo de todos estos años, la discriminación por el sexo, junto al maltrato físico, verbal y psicológico han sido el motor de avance femenino para que una nueva sociedad nazca en justicia y equidad.
A finales del siglo 19, las mujeres solo teníamos pocas opciones de estudio. La primaria que era obligatoria para todos y la secundaria que era considerada libre o voluntaria que se estudiaba en los colegios nacionales de niñas, donde las estudiantes egresaban sin título, y con una formación moral, cívica y para labores domésticas.
También existían, las escuelas normales, de donde egresaron las primeras maestras, recordadas como las normalistas y las academias de pintura, música, artes y oficios, canto e idiomas, donde podían realizar cursos en estas ramas.
Para este tiempo, no habían mujeres dentro de las aulas universitarias y que hicieran ciencia en Venezuela. Fue en el año 1911, cuando la joven Virginia Pereira Álvarez se inscribió en la Facultad de Medicina de la UCV y en 1925 María Bendahan Chocrón le siguió los pasos para luego convertirse ambas en las primeras mujeres en completar sus estudios de medicina.
En el mundo, el cambio se empezó a notar con la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés) en 1979, producto de la Declaración sobre la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer de la Organización de la ONU.
Luego, en 1994 se celebra la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, en Belem do Pará. Instrumentos suscritos por nuestro país.
Con la apertura del proceso constituyente de 1999, en Venezuela se abrió y consolidó el camino al pensamiento político feminista en la construcción de un proyecto político democrático y verdaderamente inclusivo de todos los ciudadanos. Luego, fueron apareciendo grandes instrumentos jurídicos como la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y la Ley de Igualdad de Oportunidades para la Mujer.
Pero todavía falta mucho por hacer. Hay que dejar a un lado ese pensamiento conformista por haber llegado a donde queríamos, es hora de que asumamos roles en la sociedad para su transformación, solo así podremos tener una mundo justo y equitativo.