Solo la prensa libre, aún existente y sobreviviente, dio con las versiones de testigos que corroboraron la presencia de dos drones, eso hizo que la opinión pública entendiera que no era un montaje del Gobierno, sino de un grupo que no juega carritos
“El show debe continuar”. Si de algo estamos seguros hoy, o por lo menos en mi humilde olfato periodístico, es que el show del sábado 4 de agosto en la avenida Bolívar de Caracas, no lo montó el Gobierno, aunque no se puede descartar que algún cabeza caliente del entorno de Nicolás Maduro, lo pensara en voz alta, no tuvieron el ingenio para montar tal operación arriesgada por demás y sobre todo en un ambiente enrarecido puertas adentro de la llamada Revolución del siglo XXI.
Quizás la primera impresión de muchos fue dudar de la situación; aquello parecía inexplicable e increíble, un mandatario que cortaba su discurso en plena cadena nacional de radio y TV en vivo, unas tropas de cadetes de la Guardia Nacional corriendo despavoridos, una primera dama que buscaba sostenerse del escolta que tenía a su lado, la “reacción” de protección a Nicolás con los maletines escudos, mientras intentaba seguir hablando a los presentes, y la notoria desprotección de “Cilita”, y del mismísimo ministro de la defensa, Padrino López.
A los minutos la noticia corrió como pólvora en las redes sociales y en la prensa internacional: dos drones explotaron en el aire cuando iban directo a la Tribuna Presidencial desde donde Nicolás daba un discurso con motivo del aniversario 81 de la Guardia Nacional.
El humor del venezolano una vez más hizo gala del arte de la burla inteligente con los “memes” que se inventaron sobre la situación y comenzaron a rodar para viralizarse en cuestión de segundos, restándole aún más seriedad y credibilidad al hecho, que valga la acotación, rechazo porque no es con violencia como se logran los cambios y mucho menos se llega a un entendimiento.
Recordando las palabras del difunto Hugo Chávez, cuando visitó Amuay luego de la explosión que dejó varios fallecidos, heridos y familias damnificadas, “el show debe continuar”, comenzaron las contradicciones en las declaraciones de los funcionarios del Gobierno; unos decían que eran dos drones, otros señalaban que eran tres; que tenían C4, etc.; a esto le sumamos la “sagacidad” e inmediata detención de unos presuntos implicados en el denominado “atentado” contra Nicolás.
Solo la prensa libre, aún existente y sobreviviente, dio con las versiones de testigos que corroboraron la presencia de dos drones, eso hizo que la opinión pública entendiera que no era un montaje del Gobierno, sino de un grupo que no juega carritos y que sorprendió al jefe de Estado en sus propias narices.
¿Cómo frenar la violencia? Sencillo, cambiando el modelo económico, dejando atrás esa idea frenética de mantenerse en el poder a costa de lo que sea.
Deben cambiar el rumbo y así como Rafael Caldera, en aquel discurso de reflexión le dio un espaldarazo a los fracasados golpistas de 1992, escuchen al pueblo, a la oposición, a sus adeptos, a la comunidad internacional. Es preferible un susto de drones, que un susto de sables o una guerra de guerrillas, que se sabe cuando arranca, pero no cuando termina.