Maduro
En un estado policial como Venezuela, en el cual G2 cubano ha organizado toda una red de control utilizando tecnología avanzada y que permite conocer las intimidades de cualquier persona que viva en el país y aun fuera de él; así como intervenir teléfonos, espiar, construir delincuentes partiendo de gente inocente o viceversa, garantizar impunidad al que escojan, aun cuando sea el peor de los delincuentes, es imposible concebir que dos sobrinos, parientes cercanos del Presidente y su señora esposa Cilia Flores, exhibieran, ostentaran, una súbita riqueza, con bienes en el exterior y dentro del país sin que se alertaran los mecanismos idóneos y existentes, que además evitarían llegar a lo que la pareja presidencial y Venezuela están viviendo. Esa inconcebible situación surge de una masiva connivencia en la cual la riqueza fácil y mal habida es una epidemia y los “jóvenes exitosos” son parte de ella.
Dolorosa realidad que hace sentir mal a quien tenga hijos. Ver dos jóvenes corriendo el riesgo de una larga condena o negociando con la DEA y el sistema judicial americano, para rebaja de penas, pues obviamente que dentro de esa orgía de poder e impunidad, no tienen preparación personal, ni psicológica para enfrentar la presión de los interrogatorios de expertos antidrogas. Maduro debe estar repensando su vida y sus relaciones. Nos atrevemos a opinar que esa conducta de sus parientes afines, era desconocida por él. El infortunio le trae problemas inéditos como este y obviamente su “primera combatiente”, no es precisamente una cándida señora. Fue policía y luego abogada. Por fuerza de la razón, de la lógica, debía saber en lo que andaban sus parientes y eso saldrá más temprano que tarde. Los cuerpos de seguridad de Venezuela, República Dominicana y Haití, juegan un papel definitorio en este grave capítulo, en el cual es ilógico que dos jóvenes, dadas sus edades y al no ser descendientes de millonarios, posean mansión, yate, avión de lujo, y que sin embargo, nadie los investigue.
Este suceso, es el aspecto visible de un hecho cometido en total flagrancia, apalancado con pruebas, tal como lo reseñó la misma DEA, entendemos que cubriendo cualquier posibilidad de error en el procedimiento, aunque Diosdado Cabello habla de un “secuestro” de los dos jóvenes, pero extrañamente no niega las imputaciones de la DEA.