Los hijos del hambre

El país requiere de una amplia inversión para proteger a los grupos de mayor riesgo; las embarazadas, los niños pequeños y los ancianos, el potencial humano está en riesgo

Cada atardecer era el final de un día dichoso. Barriga llena, corazón contento, dicen los sabios populares.  Vengan a cenar, exclamaba entusiasta mi madre, laboriosa y cariñosa. Todos en familia, algunas veces acompañados de niños vecinos, alrededor de una mesa provista de plátanos asados, mucho queso rallado, tortilla de huevo esponjoso, abundante mantequilla y la leche jamás estaba ausente. Nuestra alimentación era la habitual en una familia humilde, sin muchos recursos económicos que mostrar pero siempre con buena comida. Eran tiempos felices. Sorprendiendo que el difunto presidente Chávez expresara insistentemente en sus largas cadenas televisivas que en la democracia que lo antecedió  se comía mal y en su mandato sí ingeríamos alimentos adecuados.

En este país, hoy comer saludable sí es un grave problema, dramáticas encuestas revelan que 53 % de la población ha tenido que acostarse con hambre por falta de alimentos, indicando que 13,3 % cuenta con una dieta óptima con las tres comidas diarias y con proteínas, mientras que 62,3 % se conforma con una dieta media, es decir que comen dos veces al día con un limitado consumo de proteínas, agudizándose la situación en la infancia con casos recientes como la pequeña zuliana Vanessa del Valle quien falleció en la parroquia Ildefonso Vázquez por un severo estado de desnutrición que la complicó, muriendo sin teterito ni atolito, tristemente desolada en un chinchorro.

La crisis de abastecimiento y la inflación que atravesamos empujan las cifras de los indicadores nutricionales, afectando en su mayoría a los lactantes, viniendo de madres que también dejaron de comer  con consecuencias desgarradoras en los bebés como epilepsia, discapacidad motora y esquizofrenia. La falta de nutrientes en esta etapa de la vida es la más grave. El país requiere de una amplia inversión para proteger a los grupos de mayor riesgo las embarazadas, los niños pequeños y los ancianos, el potencial humano está en riesgo. La desnutrición que al principio es silenciosa, va comiendo los tejidos de forma cada vez más estruendosa.

La OMS ubica a Venezuela en el cuarto puesto de países de Latinoamérica y el Caribe con menos desnutrición infantil, no obstante datos recuperados por la Alianza de Sistema de Monitoreo Nutricional que llevan varios expertos, indica que 30 % de los niños venezolanos presenta desnutrición aguda y crónica. Son los hijos de la miseria, quienes no cuentan con  programas de asistencia gubernamental que minimice la pobreza que diariamente los arropa, alcanzando para este último año 76 por ciento de la población. La comida une a la gente, el hambre separa.

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