Los choferes de los vehículos, al menos quienes se atreven a pasar por el corredor, disminuyen la velocidad y junto a sus acompañantes se mesen de un lado al otro, mientras atraviesan la intersección de la avenida 69
Elizabeth Fernández tuvo que cerrar su venta de comida rápida porque disminuyó la clientela. En el corredor vial Cujicito, del sector Los Olivos, un cúmulo de huecos pausa el recorrido de los vehículos y sirve de batea cuando llueve o llega el agua en la zona. El mal olor del líquido estancado obligó a la vendedora a clausurar su negocio en julio. Ahora está desempleada.
Los choferes de los vehículos, al menos quienes se atreven a pasar por el corredor, disminuyen la velocidad y junto a sus acompañantes se mesen de un lado al otro, mientras atraviesan la intersección de la avenida 69. "Tenemos más de un año con la calle rota. Se unen las aguas blancas y las aguas negras".
Fernández explicó que al parecer hay un tubo de agua potable roto, al que también se suma el bote de aguas negras de la avenida 69. Ambos desembocan en la vía a Cujicito y generan un caos en la comunidad. Los habitantes de la barriada y del conjunto residencial Ciudadela Faría están cansados de la desatención de los organismos competentes.
"Hemos llamado a Hidrolago muchas veces para que revisen lo que está pasando, dicen que van a venir y nunca vienen", exclamó con molestia, José Petit, vecino de la calle 61 de Los Olivos. Contó que debe hacer "peripecias" por los bordes de la acera para llegar a su casa cuando la vía está inundada. Los huecos en la calle ocasionan accidentes viales con frecuencia, además de la oscuridad que caracteriza el corredor, por la falta de alumbrado público. Los conductores de la ruta Cujicito también se ven afectados, pues es la vía para llegar a su parada.