Como
Estudié primaria y bachillerato en el colegio Gonzaga (jesuita) de Maracaibo, el cual fue fundado el mismo año que terminó la II Guerra Mundial en 1945. Las prioridades del Papa, para entonces Pío XII, era formar católicos intelectuales que detuviesen el creciente ateísmo comunista que se extendía por Europa Oriental y después lo haría por Latinoamérica. Como lo decía uno de nuestros guías “los jesuitas educamos a las clases pudientes para que ellos al ocupar posiciones de dirigencia sean los líderes de la revolución de justicia social que se requiere. Y así lo hicimos”.
Décadas más tarde, a raíz de las deliberaciones del Concilio Vaticano II y a la Teología de Liberación, las prioridades de la Iglesia latinoamericana cambiaron. Ya no era formar líderes que combatieran al comunismo, sino erradicar la pobreza, paradójicamente, mediante, entre otras ideas, las del ateísmo marxista.
Surgieron entonces los curas guerrilleros como el colombiano Camilo Torres, 18 clérigos paisanos y 10 importados de España, verdaderos caballos de Troya dentro de las murallas milenarias de la Iglesia católica, cuyos actos criminales se extendieron a otros países vecinos como los tupamaros.
En 1975, el cuerpo de jesuitas socialista que dirigía el Gonzaga, decidió mudar el instituto a una zona pobre de la ciudad, en lo que se llamó “el paso a los barrios”. Veinte años más tarde, en una reunión de viejos alumnos se nos dijo que se habían equivocado con nosotros porque pertenecíamos a la clase social de ese cinco por ciento que poseía el 85 por ciento de la renta nacional y porque estábamos perpetuando un sistema económico egoísta.
A la caída del comunismo mundial en 1990, los porfiados de Fidel, Lula, las FARC, el ELN, el Frente Sandinista, y otros resentidos, insistieron en el comunismo y fundaron el Foro de Sao Paulo, cuya finalidad es redimir a la humanidad “cobardemente abandonada por Moscú” y renacer el marxismo en el ámbito mundial y latinoamericano.
Ahora el Papa es argentino y el superior general de la orden ignaciana venezolano, ambos jesuitas socialistas. No obstante, los antiguos exalumnos estamos muy orgullosos de los resultados obtenidos y de haber sido forjados por los jesuitas de aquel tiempo. Que oiga quien tiene oídos…