Los manglares “piden ayuda” en el día de su defensa

Estas especies de u00e1rboles aportan mu00faltiples beneficios para la preservaciu00f3n de la vida en la tierra

La contaminación y tala amenaza con extinguir las especies. En Venezuela, estos árboles cubren unas 673 mil 500 hectáreas aproximadamente mientras que el 33 por ciento de las costas del país están ocupadas por los mismos 

Durante los viajes, con frecuencia pueden observarse dentro de las masas de agua una especie de árboles que parecen “flotar” gracias a sus raíces. Los manglares, son un tipo de ecosistema formado por árboles mangle muy tolerantes a la sal que ocupan una zona cercana a las desembocaduras de cursos de agua dulce de las costas tropicales de la Tierra. Estos tienen una enorme diversidad biológica con alta productividad donde se encuentran un gran número de aves, peces, crustáceos, moluscos, entre otros. 

Su nombre deriva de los árboles que los forman y significa retorcido. En los últimos años han sufrido una rápida erosión y además de servir de hábitat para numerosas especies, proporcionan una protección natural contra los fuertes vientos, olas producidas por huracanes e incluso por maremotos. La idea de realizar un día internacional para su defensa, surgió durante un taller con pescadores en Brasil durante el 2003 en el que participaron personas de Ecuador, Honduras, Colombia y Guatemala. 

Durante el evento, se propuso organizar una campaña internacional que involucrara a los pescadores, representantes de ONG y comunidades locales. Se fijó el 26 de julio como fecha especial para conmemorar que 1998 Hayhow Daniel Nanoto, activista ambiental originario de Micronesia murió de un paro cardiaco durante una acción de protesta masiva. El llamado a manifestar por la “critica” situación de los manglares tuvo una respuestas positivas en Bangladesh, India, Malasia, Ecuador, Brasil, Colombia, México, Honduras, Nigeria, Europa y EE.UU. 

Presencia criolla 

En Venezuela, los manglares están representado por siete especies y de acuerdo a fundaciones como Azul Ambientalista, el inventario de especies que viven allí o están asociados a él, contabilizan unas 141. Algunas leyes amparan los espacios marinos costeros y ecosistemas de manglares tales como la Convención de Ramsar relativa a los humedales, Ley de Espacios Acuáticos e Insulares, Ley de Zonas Costeras, además de las Normas para la Protección de los Manglares y sus Espacios Vitales Asociados. 

Las ubicaciones de estos árboles en áreas discontinuas a lo largo de la costa venezolanas pueden agruparse en seis regiones como la occidental que bordean al golfo de Venezuela y las riberas del lago de Maracaibo, límites entre el estado Zulia, Falcón y Carabobo, tramo costero Morón-Puerto Cabello hasta llegar al complejo lagunar Tacarigua-Unare-Píritu, desde la ciudad de Barcelona, bordeando la península de Paria hasta alcanzar la desembocadura del río San Juan, los que se ubican en el Delta del Orinoco y los de la Laguna de la Restinga y Maritas en la isla de Margarita. 

Se hunden 

La contaminación, tala y devastación de los ecosistemas de manglar a cargo de emprendimientos hidroeléctricos, turísticos, de acuacultura de camarón y desarrollo urbanístico los “hunde”. El dragado de canales y las obras civiles proyectadas también son una constante “negativa”. 

Biólogos marinos aseguran que los manglares son ecosistemas “muy generosos” que ayuda a mantener buena parte de la red alimenticia hasta el punto de que la pesca dependa directamente de su existencia. Son un “filtro” biológico que evita la entrada de material suspendido de otros ecosistemas, comportándose como un eslabón entre la vida marítima y la vida terrestre, son un “riñón” que retiene sedimentos y filtra sales minerales, funcionan como pulmones del ambiente porque producen oxígeno y usan el bióxido de carbono del aire además de mantener la calidad del agua y proteger el litoral contra la erosión costera.

Las “generosidades” se extienden y aunado a que  son territorios de apareamiento, cría y alimentación para muchos peces, moluscos y una gama de otras formas de vida silvestre, los manglares son un paliativo contra posibles cambios climáticos e incluso son utilizados para la recreación pasiva, deportes acuáticos, actividad turística y para la educación e investigación, por lo que “piden ayuda” para su preservación. 

 

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