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Desde inicios de año, el gobierno de Nicolás Maduro ha intentado diversas medidas para paliar la escasez que se vive en el país. A pesar de los esfuerzos, los venezolanos caminan entre mercados populares, mesas de “bachaqueros”, supermercados de productos colombianos o se apostan en las colas por horas para lograr adquirir uno o dos rubros con el precio congelado.
“Este es un problema político en el que se deben dejar las luchas ideológicas”, asegura Alberto Castellano, profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de LUZ. Explica que se necesita un consenso entre el sector público y privado para el fomento de la producción nacional, que debe partir por el reconocimiento de los cuellos de botella que experimentan los empresarios para trabajar.
El 17 de febrero, Maduro prometió la reestructuración total de la misión Alimentación en una megacorporación, además de la creación de la tarjeta de misiones socialistas para un subsidio directo a las familias. En abril se anunció la creación de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción, con la idea de distribuir a través de los consejos comunales el 70 % de los productos que llegaran a los abastos tradicionales.
Más recientemente, se informó a la población sobre la Misión Abastecimiento Soberano y Seguro encabezada por el primer mandatario y Vladimir Padrino López, ministro para la Defensa, que busca centralizar más la distribución de alimentos para evitar distorsiones.
“Sin duda hay problemas de distribución, pero el problema es que no hay suficientes productos para las necesidades humanas”, reitera Castellano. Esto aumenta los conflictos de los estratos más bajos de la población y de quienes dependen de un salario fijo. “Tienes que generar una política de estabilización y de estímulo a la producción. Es una situación muy difícil porque a pesar de que hay productos, no los puedes adquirir”.
Roberto León Parilli, presidente de la Asociación Nacional de Consumidores y Usuarios (Anauco), concuerda con el economista y critica que las nuevas medidas son “otro mecanismo de administración de crisis”, como las demás acciones que no han alcanzado resultados positivos. “Tenemos una historia bien importante en Venezuela de estos tipos de administración de crisis, captahuellas, terminales de cédula, distribuciones supervisadas y ahora los CLAP. No han funcionado porque el problema de fondo es una ecuación matemática, hay más demanda que oferta”, dijo en entrevista con Unión Radio.
Oferta de calidad exportadora
Francisco Martínez, presidente de Fedecámaras, afirmó que el único mecanismo que podría recuperar la economía del país es un sistema de mercado regido por la oferta y demanda. “La única manera que bajen los precios es que generen una oferta de calidad exportadora del país, para que generemos divisas y tengamos precios competitivos y accesibles”, aseveró en entrevista con Unión Radio. También rechazó la participación de la Fuerza Armada para el control de los alimentos, pues insiste en que no está calificada para ejecutar ajustes macroeconómicos.
Fallas en los CLAP
María Carlota Marval. “Los habitantes de Lagunillas se están pasando para el lado de los flacos”, esta afirmación la hicieron los representantes de al menos 115 consejos comunales del municipio por medio de una rueda de prensa en la parroquia Libertad. Los dirigentes vecinales dieron un plazo de 48 horas para recibir los beneficios del gobierno. Gustavo Bracho, dirigente vecinal del barrio Simón Bolívar, señaló que el hambre y la desesperación se ha apoderado de los residentes. “El dinero no nos alcanza. Hace un mes y medio que estamos esperando las bolsas del Comité Local de Abastecimiento y Distribución (CLAP) y aun no llegan a más de 120 sectores”.