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El 6 de enero para la religión cristiana, se celebra la Pascua de los Reyes Magos. Tradición que data del nacimiento de Jesús y se debe a la visita de tres reyes de países extranjeros que acudieron -afanados- a Belén, a conocer al niño y obsequiarle oro, incienso y mirra.
El Evangelio de Mateo, capítulo 2, versículos 1-2, señala: “Nacido, pues, Jesús en Belén de Judá en los días del rey Herodes, llegaron del Oriente a Jerusalén unos magos diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer?”.
Estos hombres se presume que se llamaban Melchor, Gaspar y Baltasar y guiados por una estrella resplandeciente, le llevaron esos regalos a Jesús, que representaban la pureza, el valor y la realeza (oro), el símbolo del Sol y del hijo del Sol, como divinidad (incienso) y el elemento usado para la creación de perfumes y de su muerte futura (la mirra).
Cuenta también la leyenda que camino a Belén, los Reyes Magos se encontraron con Herodes El Grande, quien engañándolos, le solicitó que luego de encontrar al niño, le dijeran el sitio exacto para él también ir a alabarlo, pero un ángel les notificó a ellos, sobre el peligro que corría el recién nacido y los hombres no decidieron pasar por ahí.
Herodes al no conseguir la localización de Jesús, ordenó la matanza de los inocentes, acción que constaba del asesinato de todo niño menor de dos años nacido en Belén.
Con el tiempo, esta tradición se ha arraigado en nuestros pueblos y dentro de la Iglesia católica es la Epifanía que más se celebra en el mundo y es costumbre que los niños reciban un presente este día.
Entre el 25 de diciembre y el 2 de febrero, Día de La Candelaria, se realiza la Paradura del Niño Jesús. Una devoción que consiste en “parar” al niño del pesebre y realizar una procesión entre cánticos, oraciones, música y un gran número de feligreses. También con la paradura se realiza “el robo del niño”, la cual se basa en que una persona de confianza tome la imagen y la lleve a otro lugar, para que se produzca la acción de búsqueda.
Esta celebración es acompañada con bebidas y comidas típicas de la región, que son compartidas entre todos los asistentes como una muestra de alegría, solidaridad y festejo por la aparición del niño robado.
Así, estas tradiciones marcan el fin de la época decembrina y el comienzo de un nuevo año, donde la paz, la unión, la reconciliación deben prevalecer siempre y por sobre todo, las esperanzas de hacer cada día, de este nuevo período, una oportunidad para la consolidación de los objetivos propuestos con la bendición de Dios.